30 años de Mano Amiga Venezuela: una historia de servicio, familia y esperanza.
«Aquí aprendí a conocer el valor del servicio. Me formé yo, y Mano Amiga me dio la oportunidad de formar a mis tres hijos como profesionales exitosos que hoy en día aportan a la sociedad venezolana. Gracias infinitas, porque no solo han cambiado mi vida, sino la de toda mi familia».
Estas palabras de Elgis Benítez, coordinadora de Media General, quien ha sido parte de Mano Amiga durante 30 años, reflejan el profundo impacto de esta comunidad educativa. Para ella, el colegio ha sido mucho más que un lugar de trabajo: ha sido su hogar, su refugio y la oportunidad de ver crecer y triunfar a sus propios hijos. «He visto más de 21 generaciones pasar por estas aulas, y no hay mayor satisfacción que saber que mi esfuerzo y dedicación ayudaron a cambiar no solo vidas, sino entornos enteros», comenta con orgullo.
El testimonio de Eglys no es el único en Mano Amiga. Es el reflejo vivo de cómo la educación tiene el poder de transformar no solo a los estudiantes, sino a sus familias y comunidades. A lo largo de estas tres décadas, miles de vidas han sido tocadas por esta labor incansable.
La historia de Mano Amiga en Venezuela se remonta a 1994, cuando el primer colegio abrió sus puertas en Filas de Mariches impulsado por un grupo de padres de familia y, en gran medida, por el Padre José Carlos Zancajo Sastre, LC, quien con su pasión y celo apostólico instaba: «Siembren, siembren y no se cansen de sembrar; algún día cosecharán». Diez años después, tras unas misiones de Semana Santa en Turgua, una zona rural cercana a Caracas, se fundó el segundo colegio: Mano Amiga La Montaña. Las primeras clases comenzaron aún con las obras en desarrollo, pero las caras de ilusión de los niños se convirtieron en el mejor pago, y varias décadas después siguen dando sus frutos.
Nazareth Crusco: de alumna a directora de bachillerato
Nazareth Crusco recuerda con emoción sus años como alumna en el Instituto Mano Amiga Mariches. Para ella, este colegio no solo le brindó educación, sino también el respaldo necesario para soñar en grande.
«Aquí aprendí que el esfuerzo y la dedicación son la clave para alcanzar lo que te propongas. Siempre quise regresar y devolverle al colegio lo que me dio. Hoy, después de años de trabajo, tengo el honor de ser la directora del bachillerato».
Nazareth es la viva imagen del propósito de Mano Amiga: formar ciudadanos comprometidos con su país, que no solo buscan su propio éxito, sino también el de las nuevas generaciones. «Ver a los chicos graduarse, saber que tienen la oportunidad de cambiar su futuro, es lo que me motiva a seguir adelante cada día», comenta con una sonrisa.
Construyendo sueños para el futuro
Ludiana Altuve, directora de recaudación de Mano Amiga Venezuela, ha sido un pilar fundamental en la sostenibilidad de este proyecto. Con dedicación y una visión clara, ha liderado los esfuerzos para garantizar que más niños, niñas y jóvenes puedan acceder a una educación de calidad. Para ella, cada donación, cada beca, es mucho más que un aporte económico: «Es una inversión en el futuro de Venezuela. Mi sueño es ver líderes positivos que transformen y cambien su entorno, y sé que lo estamos logrando».
La labor de Ludiana no se limita a recaudar fondos. Su pasión por el proyecto se refleja en cada estudiante que ha podido graduarse gracias al apoyo de padrinos y empresas comprometidas. «Cada vez que veo a un joven culminar sus estudios, sé que estamos un paso más cerca de romper el círculo de la pobreza», concluye con esperanza.
Una familia que transforma vidas
Mano Amiga Venezuela celebra 30 años de esfuerzo colectivo, de sueños compartidos, de generaciones que han encontrado en la educación una herramienta poderosa para cambiar su destino. En este camino, las directoras de ambos colegios han sido guías fundamentales para llevar adelante la misión. Thais Páez de García, directora de Mano Amiga Mariches, comparte: «Cada estudiante que llega aquí es una semilla de esperanza. Mi labor es ayudar a que florezcan, superando cualquier obstáculo». Por su parte, Donatina Giuliani, directora de Mano Amiga La Montaña, reflexiona: «En cada rincón de esta comunidad rural veo un futuro lleno de posibilidades. Nuestro compromiso es brindarles las herramientas para que lo alcancen».
Para celebrar este gran logro, a lo largo del mes de octubre se llevaron a cabo misas de acción de gracias, tanto en Mano Amiga Mariches como en La Montaña. Ambas celebraciones congregaron a la comunidad educativa, padrinos y benefactores en un ambiente de fe y gratitud. Además, este 17 de noviembre se tendrá una eucaristía y un brindis en el Colegio Cumbres de Caracas para culminar las conmemoraciones de estas tres décadas de dedicación ininterrumpida para transformar las vidas de miles de jóvenes y familias en Venezuela.
Mano Amiga es parte de la obra educativa de Regnum Christi. Desde hace más de 60 años brinda oportunidades educativas a niños y jóvenes de poblaciones vulnerables en América Latina y Asia. Actualmente, opera 32 colegios en nueve países, donde más de 20000 estudiantes encuentran un futuro prometedor. En Venezuela, sus colegios en Mariches y Turgua educan actualmente a 1169 estudiantes y suman ya 1800 egresados, mientras en Colombia, con sedes en Bello y Zipaquirá, se forman 1156 jóvenes, demostrando el impacto duradero de Mano Amiga en la región.
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