Matilda Ugalde: «Creo que las misiones son algo que cada uno de nosotros debería experimentar al menos una vez en su vida».

Durante los años que lleva participando en las misiones de Juventud y Familia Misionera en Ecuador, Matilda Ugalde (a la derecha en la foto) ha tenido la posibilidad de transmitir la alegría del Evangelio a muchas personas, de compartir esperanza a través de misiones médicas, de llevar consuelo y ayuda humanitaria, como sucedió tras el terremoto que azotó al país en 2016; de ofrecer apoyo continuo -aún en medio de la pandemia- a diversas comunidades, como la de la región de Cuatro esquinas, cerca al Chimborazo, donde, a mediados de este año, se tuvo una misión de fin de semana para pintar casas, hacer limpieza y fumigaciones y para llevar ayuda espiritual y material a los miembros de la zona.

Pero, sin importar dónde o cómo sean las misiones, el resultado que obtiene siempre es el mismo, un corazón lleno, tal como lo describe en este testimonio: «Ir a misiones es una de las experiencias más hermosas que tenido, más que nada por la conexión que tengo con las personas, porque con el aporte que haces en unos pocos días te sientes lleno durante todo un año. No tengo palabras para explicar lo que es y cómo la gente te brinda su amor y te da lo poco que tiene. Creo que las misiones son algo que cada uno de nosotros debería experimentar al menos una vez en su vida».

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