Domingo 10 de julio de 2022 – «No pasar de largo»
Santiago García Huerdo, LC
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Ven, buen samaritano, y hazme a mí tener tus mismos sentimientos, para no dar nunca ningún rodeo ante el hermano que sufre, sino hacerme compañero de sus caminos, amigo de tus soledades, cercano a tus dolencias, para ser, como Tú, ilimitadamente bueno y pasar por el mundo haciendo el bien y curando las dolencias. Amén.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 10,25-37
En aquel tiempo, se presentó un maestro de la Ley y le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?». Él le dijo: «¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?». Él contestó: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con todo tu ser. Y al prójimo como a ti mismo». Él le dijo: «Bien dicho. Haz esto y tendrás la vida». Pero el maestro de la Ley, queriendo justificarse, preguntó a Jesús: «¿Y quién es mi prójimo?». Jesús dijo: «Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo. Pero un samaritano que iba de viaje, llegó a donde estaba él, y, al verlo, le dio lástima, se le acercó, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacó dos denarios y, dándoselos al posadero, le dijo: ‘Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré a la vuelta’. ¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los bandidos?». Él contestó: «El que practicó la misericordia con él». Díjole Jesús: «Anda, haz tú lo mismo».
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Lo que ha llamado poderosamente mi atención en esta ocasión es la actitud con la que se involucra el Buen Samaritano para con el hombre herido. Al lado de ese hombre han pasado otros dos, los cuales por “X” o “Y” no han querido involucrarse. Y me pregunto y te pregunto ¿cuántas veces te has seguido de largo ante una situación en la que requieren tu ayuda? ¿cuántas veces por no “molestar” o “ no meterte en donde no te llaman” pasas de largo? Ya lo decía el gran santo de Auschwitz, San Maximiliano Kolbe, que la indiferencia es el pecado más grande del siglo XX. Y nosotros, católicos, no estamos llamados a pasar de largo ante la vida de los demás. Estamos llamados a involucrarnos, a reír y llorar con nuestro prójimo, a sufrir incluso si es necesario por los demás. Tal como Jesús ha hecho con nosotros.
Por ello, esa actitud, debe llamar nuestra atención una y otra vez. Debe ser una actitud que te ayude a tenerla siempre como horizonte. El católico está llamado a ser como ese Buen Samaritano. Está llamado a que en el nombre de Jesús y por amor a Jesús, se entregue a sus hermanos más necesitados. Seguramente habrá muchas ocasiones en las que te reproches el por qué estás metido en cierta situación, pero justo ahí es donde el Buen Samaritano pone el ejemplo. Salir de ti mismo, de tu zona de confort, de tu zona de control, debe ser un programa espiritual que te haga volver una y otra vez.
Jesucristo le dice al maestro de la Ley cuando éste lo interroga, “¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?”, el maestro como es de esperarse, a comparación de Jesús, se queda en lo superficial y evidente. Sin embargo, Jesús, el Maestro con mayúscula, le lleva en la respuesta, siempre a un nivel más grande. Y nos lo dice a ti y a mí hoy: Si quieres amar a Dios sobre todas las cosas, también tendrás que amar a tu hermano, no ser indiferente con él y no deberás pasar de largo ante sus necesidades. Amén
«Ser capaz de tener compasión: esta es la clave. Esta es nuestra clave. Si no sientes compasión ante una persona necesitada, si tu corazón no se mueve, entonces algo está mal. Ten cuidado, tengamos cuidado. No nos dejemos llevar por la insensibilidad egoísta. La capacidad de compasión se ha convertido en la piedra de toque del cristiano, es más, de la enseñanza de Jesús. Jesús mismo es la compasión del Padre hacia nosotros. Si vas por la calle y ves a un hombre sin domicilio fijo tirado allí y pasas sin mirarlo o piensas: “Ya, el efecto del vino. Es un borracho”, no te preguntes si ese hombre está borracho, pregúntate si tu corazón no se ha endurecido, si tu corazón no se ha convertido en hielo. Esta conclusión indica que la misericordia por una vida humana en estado de necesidad es el verdadero rostro del amor. Así es como uno se convierte en un verdadero discípulo de Jesús». (S.S. Francisco, Ángelus del 14 de julio de 2019).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
No pasar de largo ante alguna situación en la que te encuentres hoy y que veas que puedas ayudar.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
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