Domingo 14 de noviembre de 2021 – «Esperemos con santo temor»

H. Álvaro García, LC

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

 

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Creo, espero, te adoro y te amo, mi buen amigo Jesús. Te pido perdón por los que no creen, no esperan, no te adoran, no te aman. Llévanos a todos al Cielo, pues eso es lo que más anhela mi alma. Y ahora, permíteme gozar un poco de Cielo contigo en esta oración.

 

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Marcos 13, 24-32
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «En aquellos días, después de esa gran angustia, el sol se hará tinieblas, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los astros se tambalearán. Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y majestad; enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos de los cuatro vientos, de horizonte a horizonte. Aprended de esta parábola de la higuera: Cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, deducís que el verano está cerca; pues cuando veáis vosotros suceder esto, sabed que él está cerca, a la puerta. Os aseguro que no pasará esta generación antes que todo se cumpla. El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán, aunque el día y la hora nadie lo sabe, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, sólo el Padre”.

Palabra del Señor.

 

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Continuamos con los evangelios que hacen referencia al fin de los tiempos. ¡Viva Cristo Rey! Él vendrá sobre las nubes con su Gloria y Majestad. Es un momento de justicia en el que los pobres y oprimidos verán su salvación. Esto nos llena de alegría. Sin embargo, es una alegría sujeta a un fuerte temor de Dios: «el sol se hará tinieblas, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los astros se tambalearán» … Es como la escena en la que Jesús saca del Templo a los mercaderes: es un momento de justicia en la que Jesús estaba devolviéndole a la casa de Dios su dignidad, pero es también un momento de tensión y enfurecimiento. Lo podemos ver representado en la obra maestra de Miguel Ángel en la capilla Sixtina.

Nosotros, los cristianos, esperamos esta venida gloriosa. Y lo celebramos en la Navidad. Sí, la Navidad no es solo la conmemoración litúrgica de la primera venida del Mesías, sino que también es una espera con las lámparas encendidas de su segunda venida. ¡Ven, Señor, no tardes más!

Llena de consuelo la esperanza de que los elegidos serán reunidos de entre los cuatro vientos. Sin embargo, ¿figuraremos nosotros entre esos elegidos? ¿Quién será el hombre que podrá mantener la cabeza en alto ante la majestad y el Amor desbordante de Dios? ¿Quién se podrá considerar justo ante el rostro de Dios? Es por eso que confiamos en la Misericordia del Padre y en los méritos de Jesucristo mediante los cuales estaremos limpios de todo pecado gracias al sacramento de la Confesión. Mas conviene que todos los hombres estén abiertos a esa tremenda misericordia el día de la gran tribulación y que se acojan a ella como niños en manos de su Padre.

Guerras, terremotos, abominación, hermanos que se traicionan…. todo eso ya lo ha vivido nuestra historia humana. ¿Cuándo llegará el Hijo del Hombre? Ni Él mismo lo conoce, solo el Padre. De nuestra parte, a nosotros nos toca esperarle con las lámparas llenas de aceite, prestos para cuando nos llame.

 

«¿Cómo será mi fin? ¿Cómo me gustaría que el Señor me encontrara cuando me llame? Es prudente pensar en el final, nos ayuda a avanzar, a hacer un examen de conciencia sobre qué cosas debo corregir y cuáles llevar adelante porque son buenas. Es una gracia porque no nos gusta pensar en el fin, siempre posponemos este pensamiento para mañana. Nos hará bien esta semana pensar en el final. Si el Señor me llamara hoy, ¿qué haría? ¿Qué le diría? El pensamiento del fin nos ayuda a avanzar; no es un pensamiento estático: es un pensamiento que avanza porque es llevado adelante por la virtud, por la esperanza. Sí, habrá un fin, pero ese fin será un encuentro: un encuentro con el Señor. Es verdad, será un «rendir cuentas» de lo que he hecho, pero también será un encuentro de misericordia, de alegría, de felicidad. Pensar en el fin, el fin de la creación, el fin de la propia vida, es sabiduría; el sabio lo hace». (S.S. Francisco, Homilía, 27 de noviembre de 2018).

 

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

 

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Me abstendré de 20 minutos que suelo dedicar a las pantallas (celular, iPad…) para dedicarlo a lo que realmente importa, para dedicarlo con amor a la oración.

 

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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