Entrevista ordenación diaconal H. Adolfo Wissar, L.C: «Quiero amar como Cristo ama y ser un puente que conecte a mis hermanos con Dios»

Este sábado 14 de septiembre, el hermanos Adolfo Wissar, L.C será ordenado diácono en la Parroquia Nuestra Señora de Montalbán en Mérida, Venezuela, por Monseñor Helizandro Terán, arzobispo de esta diócesis. La ceremonia tendrá lugar a las 10 a.m. (Ven), 9 a.m (Col) y será transmitida en vivo por el canal de YouTube de RC Colombia-Venezuela-Ecuador.

A unos días de su ordenación diaconal hablamos con él sobre su vida y su vocación

El H. Adolfo Wissar Paz nació en Sucre, Bolivia. Vivió su infancia en Perú. A los doce años, su familia se trasladó a Venezuela, donde ingresó al Centro vocacional de Barquisimeto en 2007. Realizó su noviciado de 2010 a 2012 en Dublín, Irlanda, São Paulo, Brasil, y Caracas, lugar donde emitió sus primeros votos religiosos. Estudió humanidades en Cheshire, Connecticut y, posteriormente, filosofía en Roma. De 2017 a 2020 fue formador de precandidatos (seminaristas menores) en el Centro vocacional de Mérida, Venezuela. Regresó a Roma para culminar su formación inicial, obteniendo el título en teología en el 2023. Actualmente trabaja en la formación de jóvenes, como líder de vida cristiana en el Colegio Cumbres de Medellín, como auxiliar del ECYD y de la sección de jóvenes de esta misma ciudad.

¿Qué lo llevó a pensar en ser sacerdote?

La invitación de Jesús, sentida en lo más profundo del corazón, a ser un apóstol de su Misericordia, habiendo experimentado en mi propia vida su amor misericordioso. Desde muy pequeño, Jesús puso en mi corazón un amor inmenso a la Eucaristía. Creo que este amor es un elemento constitutivo de mi vida. A partir de la tierra fértil de este amor nace mi vocación al sacerdocio.

¿Cómo fue su “sí” al Señor?

Fue un sí tímido al inicio, que se fue fortaleciendo con el paso de los años. Durante el bachillerato aún resonaba mucho en mi corazón la idea de ser traumatólogo, comprar una casa, una camioneta, casarme, tener dos hijos y dos perros. Sentía en mi corazón el llamado a dedicar mi vida a servir a los demás, pero aún no tenía claro de qué modo. Al terminar el colegio recibí una beca completa para estudiar la tan anhelada carrera de medicina. Desprenderme de esta posibilidad me costó mucho, pero me ayudó a reafirmar el sí dado al Señor en completa libertad. Sabía que Él llenaba por completo mi corazón, y en Él encontraba plenitud, sentido y esa alegría profunda que nada ni nadie me puede arrebatar.

¿Qué papel juega la familia del Regnum Christi en su experiencia vocacional?

Al inicio solo conocía la Legión de Cristo. Descubrir que otras personas, laicos, consagradas y consagrados, compartían la misma espiritualidad, carisma, los mismos intereses, los mismos amores, fue para mí una pequeña experiencia del cielo, de descubrir a Jesús en mis hermanos, que lo es todo en todos. Dentro del Regnum Christi encuentro mi lugar en el mundo, en la Iglesia, en el corazón de Cristo, ¡de repente todo encaja! A lo largo de estos años me he sentido muy acompañado por mi familia espiritual, e impulsado al apostolado para trabajar juntos en la instauración del Reino de Cristo aquí y ahora.

¿Cómo quiere que sea su sacerdocio?

Misericordia. Quiero amar como Cristo ama, con locura, y ser un puente que conecte a mis hermanos y hermanas con Dios.

Quiero amar como Cristo ama, con locura, y ser un puente que conecte a mis hermanos y hermanas con Dios.

¿Qué ha sido lo que más le ha ayudado en su vocación?

Tener fijos los ojos en Jesús. Él es el único que da sentido a la vida sacerdotal y religiosa; estar cerca de él, atento a sus palabras, aprendiendo a amar lo que Él ama, considero que es lo más importante. Para mí ha sido fundamental también la vida de comunidad. Saber que no lucho solo, que no evangelizo solo, sino que es toda la comunidad la que evangeliza, la que reza, la que ama, la que se entrega al Señor. Ha sido igualmente importante para mí ser cercano y transparente con mis superiores y formadores; a través de ellos he percibido la mano del Señor que me acompaña, me guía y me impulsa al apostolado.

¿Qué le diría a un joven que está discerniendo si Dios le llama a la vida consagrada?

Que la llamada a la vida consagrada es una llamada a ser FELIZ (así, con mayúsculas), pleno, realizado. Que no tenga miedo a dejarlo todo y a dejarse a sí mismo por amor a Él. Él no vale la pena, vale la vida.

¿Por qué vale la pena en el mundo de hoy entregarse a Dios en el sacerdocio?

Estoy convencido de que un joven enamorado de Cristo hasta la médula de los huesos puede tener un gran impacto en el mundo, y me apasiona ser parte activa de este cambio. Hacer que más jóvenes conozcan, amen y compartan su experiencia de Cristo no tiene para mí precio en el mundo que se le compare.

Hacer que más jóvenes conozcan, amen y compartan su experiencia de Cristo no tiene para mí precio en el mundo que se le compare.

¿Cuál es su pasaje favorito del evangelio?

Lc 7, 36-50:«Mucho se le perdona al que mucha ama. Esta mujer lo entendió todo y se robó el corazón de Jesús».

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