Entrevista ordenación diaconal H. Diego Lobo, L.C: «Soy de Dios y con Él quiero estar siempre»

El próximo 14 de septiembre, el hermano Diego Lobo, L.C será ordenado diácono en la Parroquia Nuestra Señora de Montalbán en Mérida, Venezuela, por Monseñor Helizandro Terán, arzobispo de esta diócesis. La ceremonia tendrá lugar a las 10 a.m. (Ven), 9 a.m (Col) y será transmitida en vivo por el canal de YouTube de RC Colombia-Venezuela-Ecuador.

Hablamos con él días antes de su ordenación diaconal y para conocer más sobre su vida y su vocación

El H. Diego José Lobo Mendoza, nació el 17 de marzo de 1995 en Tovar, estado Mérida, en Venezuela. Ingresó a la apostólica de Barquisimeto a los doce años. Hizo el noviciado en Caracas, donde profesó el 30 de agosto del 2014. Llevó a cabo los estudios de humanidades en Monterrey y los de filosofía y teología en Roma. Hizo sus prácticas apostólicas en Monterrey como instructor de formación del Kilimanjaro International School y como auxiliar del ECYD de esa ciudad, donde ejercerá su misión como asistente del instructor de novicios.

¿Qué lo llevó a pensar en ser sacerdote?

Quise ser sacerdote desde niño, Dios me fue hablando con cosas muy pequeñas. La primera vez que pensé en ser sacerdote fue cuando tenía cinco o seis años y, después de la misa, fuimos a la sacristía a saludar al padre. Al ver cómo se quitaba los ornamentos, pensé que era un mago o algo así, y ahí pensé en ser sacerdote.

Luego, en el catecismo, me tocó representar al profeta Samuel de pequeño, y el Señor me llamaba: ¡Samuel, Samuel!, y yo respondía: ¡Habla Señor que tu siervo escucha!, y me acuerdo de eso, porque era estar cerca de Dios.

Más adelante, cuando me invitaron a ser monaguillo en la parroquia, yo tenía en mente ser sacerdote, y pensé que por ahí se empezaba. En fin, poco a poco Dios fue tocando la puerta.

¿Cómo fue su “sí” al Señor?

Mi sí al Señor fue igual al llamado, poco a poco. Me invitaron a la apostólica y la respuesta fue familiar: yo dije que sí; pero mi papá y mi mamá dijeron que sí dándome el permiso; los abuelos, apoyándome. Cuando estaba en el bachillerato y pensando en mi futuro profesional, la respuesta fue el decidirme a ir al noviciado, y aun teniendo buenas notas y referencias para entrar en la universidad, dejar eso por seguir al Señor. Después del discernimiento del noviciado, dije sí y profesé mis votos de pobreza, castidad y obediencia al Señor en la Legión de Cristo. El día de mi profesión perpetua di mi sí definitivo, y fue igual de feliz al día de mi primera comunión y al de mi primera profesión. Cada día es un sí. En momentos fuertes de dudas, de dificultades, de alegrías y de gozos, digo sí con la vida. Es un sí continuado. Todos los días trato de decirle sí al Señor.

¿Qué papel juega la familia del Regnum Christi en su experiencia vocacional?

Al principio, era la Legión de Cristo lo que conocía, y lo que me llamó la atención fue el espíritu misionero del sacerdote legionario: yo me imaginaba yendo de misiones a África o Asia, con machete en mano, abriéndome camino entre la selva, para llevar el Evangelio y que las personas conozcan a Cristo. Y todavía sigue siendo mi motivación. Aunque algunas cosas han cambiado, las selvas son ciudades y las personas son las que tengo a mi lado.

Luego conocí al Regnum Christi, a esta familia espiritual más grande, donde he trabajado con consagradas y consagrados, en el ECYD, en el colegio, en secciones de jóvenes y adultos. Y estar en medio de ellos, ser feliz y sentirme en casa es lo que me convenció de que Dios me quiere aquí.

¿Cómo quiere que sea su sacerdocio?

Servicio: esta es la palabra que resume todo. Servicio en la oración, primero soy de Dios y con Él quiero estar siempre; servicio a mis hermanos, soy religioso y la Legión me quiere como hermano de mis hermanos; y servicio al pueblo de Dios, a toda persona que necesite ayuda.

Soy de Dios y con Él quiero estar siempre.

¿Qué ha sido lo que más le ha ayudado en su vocación?

María. Ella es mi madrecita. Sin ella no estaría donde estoy, no sería lo que soy ni daría los pasos que he dado, porque Ella me ha acompañado siempre. A pesar de ser un hijo testarudo, ella me ha conducido y acercado a Jesús.

¿Qué le diría a un joven que está discerniendo si Dios le llama a la vida consagrada?

Que pruebe, que se lance y que no tenga miedo. Dios nos invita a una aventura, a una historia de amor, y solo sabremos lo que Dios quiere de nosotros si nos damos completamente. Si nos reservamos algo, no seremos felices y siempre tendremos miedo. Si damos todo, el miedo es solo al inicio, porque luego será Dios quien nos dé todo, y caminaremos libres y plenos.

¿Cuál es su pasaje favorito del evangelio?

Lc 5, 1 – 11. Así como en la Pesca milagrosa, Jesús se sube a mi barca, casi sin preguntar, predica y luego me pide de ir mar adentro, lanzar las redes y seguirle, porque Él, y solo Él, me hará pescador de hombres.

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