Uge Álvarez tras su participación como facilitadora en el Sínodo: «Estamos en un tiempo que requiere que testimoniemos juntos si queremos que el Evangelio sea creíble»

Durante los últimos tres años, la Iglesia católica ha estado inmersa en el Sínodo de la Sinodalidad, un proceso consultivo y participativo convocado por el Papa Francisco con el fin de escuchar a todos los fieles, desde laicos hasta obispos, para discernir juntos el rumbo de la Iglesia en el tercer milenio e involucrarlos a todos en un camino de comunión, participación y misión. Del 2 al 27 de octubre pasado, se llevó a cabo en Roma la asamblea conclusiva del Sínodo, donde Uge Álvarez, Consagrada del Regnum Christi de Venezuela y cuatro Legionarios de Cristo tuvieron la oportunidad de participar como facilitadores.

En esta entrevista, Uge nos comparte la experiencia vivida en el Sínodo, que fue el primero en la historia en permitir la participación de las mujeres con voz y voto. También nos habla del papel de la mujer en la Iglesia y de las coincidencias que encontró entre el proceso sinodal y la Convención General del Regnum Christi.

Facilitadores franceses con el Papa Francisco

Eugenia Álvarez, o Uge -como todos le conocen- nació en Caracas, Venezuela. Se consagró a Dios en el Regnum Christi hace 25 años, en los cuales ha ejercido su misión en Argentina, México, Chile y Francia, dedicando su vida al apostolado y la evangelización. Con una sólida formación en teología espiritual, vida consagrada y en los ejercicios espirituales de San Ignacio, Eugenia combina la misión de acompañamiento con sus labores en el gobierno general de las Consagradas y su investigación doctoral.

¿En qué consistió tu labor como facilitadora en el sínodo?

Cada grupo de trabajo contaba con un facilitador externo. Nuestro servicio consistió en acompañar al grupo a mantener la mirada focalizada en el tema del sínodo: ¿Cómo ser una Iglesia sinodal en misión? y ayudar a favorecer el discernimiento, la expresión y la escucha de todas las voces. Así como estar atentos a todos los detalles que permiten u obstaculizan entrar en la dinámica. Impulsar lo que ayudaba y reducir las interferencias lo más pronto posible.

¿Cómo fue tu experiencia en el Sínodo?

Para mí fue una experiencia sinodal, de caminar junto con personas de todas partes del mundo a la escucha del Espíritu. Fue un mes de presencia de Dios y de dejarme transformar por el proceso. Una experiencia espiritual y eclesial de escucha, diálogo y discernimiento en común. También fue una oportunidad de experimentar la alegría de la fraternidad propia del Reino de Dios y de la fuerza de la Resurrección en la que se palpa la paz, la reconciliación y la esperanza en medio de sufrimientos terribles de nuestro mundo y diferencias que no siempre son fáciles de gestionar.

¿Cómo puede aportar la mujer a la vida y misión de la Iglesia a partir de la experiencia del Sínodo?

Ésta fue la primera vez en que las mujeres pudieron participar con voz y voto en una asamblea sinodal. Su contribución fue muy valiosa. Creo que nos toca seguir asumiendo con responsabilidad la propia formación y el compromiso por desplegar la gracia bautismal y los dones particulares que hemos recibido de Dios para el bien común. El número 60 del documento final, ofrece pistas importantes para seguir entendiendo y desplegando nuestra contribución a la Iglesia y a la sociedad (en las familias, en las obras sociales y de caridad cristiana; en puestos de responsabilidad en instituciones eclesiales, en la investigación teológica, en iniciativas a favor de la dignidad humana y la justicia social). Hay que seguir encontrando inspiración en muchas mujeres que, a lo largo de la historia del cristianismo, han seguido al Resucitado con pasión y se han dejado conducir por el Espíritu de Dios ofreciendo contribuciones importantes. Hay que mirar la realidad actual y dejarse conducir por el Espíritu para responder con seriedad en nuestro tiempo.

Habiendo participado tanto en el proceso de la Convención General del Regnum Christi como en el sínodo, ¿Qué aspectos o coincidencias destacas, por dónde crees que está soplando el Espíritu?

Creo que estamos en un tiempo que requiere que testimoniemos juntos si queremos que el Evangelio sea creíble para nuestro tiempo. El Regnum Christi es parte de la Iglesia y, como tal, está llamado a acoger las llamadas que el Espíritu hace a la Iglesia. Siempre hemos valorado la relación personal con Cristo y con los demás. El camino de renovación nos ha hecho descubrir más la riqueza de la complementariedad entre las distintas vocaciones que forman parte del Regnum Christi. En la medida en que cada uno de nosotros entre en una dinámica de conversión que permita dejarse transformar por Dios, acoger los propios dones y los de los demás, ponerlos al servicio del bien común con gratuidad; en esa medida, podremos ser misioneros de la sinodalidad, para llevar al mundo un mensaje de paz, reconciliación y esperanza.

¿Qué es lo que más te ha iluminado en estos procesos?

Casi al inicio del sínodo una persona muy querida para mí me mandó este mensaje: “Viniste a la vida a aprender, no a demostrar”. Creo que fue una clave que me acompañó durante todo el camino sinodal. Lo que más me iluminó fue mantener esa apertura para aprender de todo lo que cada día me iba presentando. Pude valorar la riqueza de la diferencia de una manera muy palpable.

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