«Gracias al Regnum Christi, gracias a Juventud y Familia Misionera, y, sobre todo, gracias a Dios por cambiar mi vida en tan solo un fin de semana».
Durante el mes de octubre, y especialmente en la semana de receso escolar, cerca de 250 misioneros de Colombia estuvieron llevado el mensaje del evangelio a distintas regiones del país. Un grupo de 27 familias misioneras de Bogotá visitaron la zona de Zipaquirá. Los jóvenes de Cali se lanzaron, por primera vez, a hacer misiones urbanas «llevando la palabra de Dios de una manera diferente y dando un mensaje de amor y esperanza en medio del caos y el afán de la sociedad», como señala Manuela Orozco, una de las misioneras.
Más de 40 misioneros de Medellín estuvieron visitando cinco veredas de Mesopotamia, una zona agrícola del oriente antioqueño, dedicada al cultivo de flores. Allí, además de compartir el mensaje del Evangelio, recogieron cartas de los más pequeños al Niño Dios, con el fin de llevarles regalos esta próxima navidad, con la ayuda del apostolado Soñar Despierto.
Por su parte, un grupo de 80 misioneros de Manizales, Pereira y Armenia compartieron la buena nueva en seis veredas de Belalcázar, Caldas. Para los misioneros, la experiencia de ser testigos del evangelio es algo que no solo da y genera alegría, sino que puede transformar la propia vida, como lo expresó Santiago Herrera, un joven de Pereira, en su testimonio al final de la misión.
Testimonio de Santiago Herrera, Juventud misionera Pereira
«Quiero comenzar diciendo que con todo lo que he vivido hasta ahora, siento que Dios lleva preparando esto para mí hace mucho tiempo…
Llevo dos años perteneciendo a comunidades cristianas, pasé por varias iglesias intentando acercarme a Dios. Intentos que terminaban fracasando, pues no logré conectar lo suficiente para quedarme en su camino, no alcancé ese giro de 180 grados en mi vida espiritual.
Pero hace un tiempo Dios comenzó a hablarme, empezó presentándome a Juan Ángel, un compañero de estudio que, sin esperarlo, se convirtió en uno de mis mejores amigos, Él se encargó de hablarme de misiones e invitarme.
Al llegar tenía miedo, pues no conocía los métodos para evangelizar y no sabía mucho de toda esta aventura, pero nuevamente Dios se encargó de ponerme en un equipo con los mejores compañeros que me acogieron y me extendieron toda su ayuda para yo aprender de esto.
Tuve el mejor responsable posible, que además de acompañarme en mis primeras visitas a las casas, fue quien durante todo el fin de semana escuchó mis inquietudes y reflexiones. Él me ayudó a profundizar en todo lo que pensaba y a acercarme más a Dios. Por otro lado, el padre Óscar Gamboa LC me dedicó gran parte de la tarde del domingo, tiempo en el que me escuchó y solucionó mis dudas con todo el amor y paciencia posibles, además, me dio la oportunidad de confesarme por primera vez en mi vida conscientemente, algo que me es imposible explicar por medio de palabras. Solo Dios y yo sabemos lo que sentí luego de la confesión cuando el padre Óscar me abrazó.
Estas misiones fueron esa “gasolinera de fe”, que no solo me recargaron hasta quedar lleno, sino que también le dieron ese giro de 180 grados a mi vida espiritual. Solo puedo decir que salgo siendo una persona con un espíritu totalmente renovado. Dios me habló de muchísimas maneras este fin de semana, estoy seguro de que así lo hizo con todos, y depende de nuestra disposición física, mental y espiritual el ver y entender esas manifestaciones de Dios.
Ahora, sé que debo seguir buscando a Dios, que debo seguir siendo misionero en mi casa, en la universidad y en todos los espacios posibles; siento que esa es mi misión luego de este fin de semana.
Gracias al Regnum Christi, gracias a Juventud y Familia Misionera, y, sobre todo, gracias a Dios por cambiar mi vida en tan solo un fin de semana.