Irene Alemany, 40 años siendo testigo de la fidelidad de Dios
El 1 de octubre de 1983, Irene Alemany dijo sí a Dios como consagrada del Regnum Christi. En ese momento era una joven recién graduada de la carrera de magisterio en su ciudad natal, Madrid, que siendo colaboradora del Regnun Christi había descubierto su vocación a la vida consagrada. Han pasado ya 40 años de un camino que la ha llevado a trabajar en países como España, México y Colombia, principalmente en la pastoral juvenil, en colegios, como directora territorial de las consagradas de los territorios de México y de Colombia – Venezuela, y, actualmente, como directora de la comunidad de Medellín, asesora la pastoral de los colegios del Regnum Christi en Colombia, Venezuela y Ecuador, y ofreciendo asesoría y dirección espiritual a consagradas y religiosas.
Recientemente, Irene celebró su aniversario en medio de su comunidad y rodeada de mensajes de agradecimiento y afecto enviados por personas desde distintas partes del mundo. En esta entrevista nos habla del camino recorrido y de la experiencia vivida durante este tiempo.
En estos 40 años de vida consagrada…
-Qué ha sido lo mejor: Ser testigo de la fidelidad de Dios, de un amor que no defrauda y que crece en intimidad y pertenencia mutua
-Qué te ha sostenido: Jesucristo nunca me ha dejado sola y siempre me ha dado sentido y fuerza para perseverar en los momentos de dificultad. Su presencia llena las aspiraciones más profundas de mi existencia como mujer y como consagrada, como esposa y madre.
-Qué has aprendido: Para mí, el camino de la infancia espiritual es el camino que Dios me ha presentado y regalado a través de Santa Teresita, para ser de Él, para conocer Su Corazón misericordioso y el camino más eficaz para llegar al cielo.
-De qué te has desprendido: En un principio, de muchos sueños humanos, pero lo que ha perseverado y crecido en el tiempo ha sido el desprendimiento de mi familia.
-Qué te ha sorprendido: La presencia viva de Dios Trinitario en la propia alma.
-Qué ha cambiado en ti: Soy la misma de siempre, pero reconciliada conmigo misma y con la experiencia conmovedora de ser inmensamente amada con mis virtudes y defectos.
-Qué es lo que más te ha costado: Una época de mi vida donde Dios permitió una crisis personal con la institución, asombrosamente unos diez años antes de la crisis del fundador. Definitivamente fue difícil para mí, pero sumamente purificadora y me preparó para afrontar con fortaleza los momentos de nuestra crisis institucional y gozar de la renovación que está obrando en nosotros
-Qué has atesorado: Un anhelo inmenso de cielo.