Víctor Castellanos y Diana Orduz 

La historia de Diana y Víctor, un testimonio de cómo la oración y la confianza en la providencia divina pueden obrar milagros.

Víctor Castellanos y Diana Orduz son un matrimonio del Regnum Christi de Bucaramanga. Desde que se casaron, hace 12 años, su vida ha sido una respuesta generosa al llamado de Dios para servir a los más necesitados. A través de la Fundación Hermanos sin Condiciones, han sido testigos de la gracia de Dios, quien nunca deja sin respuesta a aquellos que confían en él. 

Un llamado del cielo 

Su camino de servicio inició en 2009 en Girón, Santander, cuando sintieron la urgente necesidad de atender a niños en situación de vulnerabilidad. La apertura de un comedor escolar fue apenas el inicio de una historia marcada por la fe y la entrega. Dieciséis años después, su labor sigue siendo un reflejo del amor de Dios, llegando diariamente a más de 370 niños con alimento, educación y esperanza. 

Niños beneficiados en Girón, Santander

En 2016, sus corazones fueron tocados por la dramática situación de desnutrición infantil en La Guajira. Como en tantas ocasiones, llevaron esta inquietud a la oración, pidiendo luz y dirección. Al poco tiempo, Dios los condujo hasta Uribia, donde el padre Nicolás Giraldo, párroco de la zona, les compartió su anhelo de abrir un comedor escolar en la ranchería 3 de abril. Confiando en la providencia, comenzaron a servir desayunos los fines de semana, y en pocos meses, gracias a la generosidad de corazones movidos por Dios, lograron ofrecer almuerzos diarios a más de 150 niños. 

Milagros en el desierto: el agua de la vida 

La falta de agua en La Guajira era uno de los obstáculos más grandes. En 2020, en medio de la pandemia, tomaron una decisión valiente: excavar un pozo confiando plenamente en la dirección de Dios. Sin estudios geológicos y con la certeza puesta en la oración, iniciaron la perforación. Durante doce días de arduo trabajo y constantes plegarias, enfrentaron momentos de incertidumbre, pues cada metro excavado sin encontrar agua representaba un desafío a su fe y la posibilidad de perder los recursos invertidos. Sin embargo, no se rindieron. Se reunían en oración cada mañana, pidiendo con humildad que el Señor los guiara a la fuente de vida que tanto necesitaban. 

Al llegar a los 27 metros de profundidad, el milagro ocurrió: un chorro de agua brotó inesperadamente del suelo. Fue un momento de júbilo y lágrimas, una confirmación de que Dios siempre provee a quienes ponen su esperanza en Él. 

En 2023, guiados nuevamente por la fe, emprendieron una segunda perforación, esta vez alcanzando los 60 metros. El Señor, en su infinita generosidad, proveyó una fuente abundante de agua. Un benefactor, permitió la construcción de un acueducto con planta potabilizadora y una red de distribución de 1.315 metros, llevando agua pura a toda la comunidad. Lo que parecía imposible se hizo realidad gracias a la fe y a la solidaridad. 

Fotos de las largas jornadas de trabajo durante el proceso de la búsqueda de agua

Un legado de esperanza y caridad 

Actualmente, la Fundación Hermanos sin Condiciones sigue extendiendo su misión con cinco programas fundamentales: 

  • Comedor escolar: Alimenta diariamente a niños en extrema pobreza en Girón y Uribia. 
  • Escolaridad especial: Apoya la educación de niños con dificultades de aprendizaje. 
  • La tienda circular: Permite el intercambio de materiales reciclables por alimentos y útiles escolares. 
  • Voluntades: Conecta a personas dispuestas a servir con quienes más lo necesitan. 
  • Viviendas dignas: Transforma hogares para brindar condiciones dignas a familias vulnerables. 

Dios provee: el milagro de la confianza 

Cada paso en el camino de Diana y Víctor ha sido guiado por la oración y la confianza absoluta en Dios. Desde la llegada del agua hasta la energía eléctrica en el comedor, todo ha sido testimonio del amor providente del Señor. 

Comunidad beneficiada con la planta de tratamiento de aguas residuales

Hoy, continúan adelante con nuevos proyectos, como la creación de una huerta comunitaria que, con el agua potable, podrá dar sustento a muchas familias. Su fundación no es solo un espacio de ayuda material, sino un faro de fe y esperanza, donde cada oración es escuchada y cada acción es guiada por Dios. 

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