El fin de la Congregación es dar gloria a Dios y buscar que Cristo reine en nuestra vida, en el corazón de los hombres y en la sociedad por nuestra propia santificación en el seguimiento de Cristo y entregándonos con generosidad y pasión a la salvación de las almas por medio de la oración, el testimonio de vida y el apostolado.

Profesamos un amor profundo al Papa, Vicario de Cristo, y a los obispos, al Espíritu Santo, a María y a la propia vocación. Procuramos insertarnos en la labor pastoral de la Iglesia local donde nos encontramos. Por el tipo de apostolados que realizamos, no tenemos como encomienda principal la dirección de las parroquias; sin embargo y a petición de algunos obispos, hay legionarios que han sido nombrados párrocos en diversas partes del mundo.