Lunes 20 de diciembre de 2021 – «Dispongámonos para recibir la Gracia, que es Cristo»

Óscar Rendón, LC

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

 

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Aprovechemos esta última semana de Adviento para disponer, aún más, nuestros corazones y dejar que Dios, a través de su palabra, continúe obrando en nuestras almas y descubramos el camino, que, en libertad, nos invita a vivir. Pensemos en ese Dios que se hace niño, indefenso y cercano, por amor a sus criaturas.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Lucas 1, 26-38
A los seis meses, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”. Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin”. Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?”. El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible”. María contestó: «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra”. Y la dejó el ángel.

Palabra del Señor.

 

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

El Evangelio que el ciclo litúrgico nos propone para el día de hoy, nos muestra tal vez una de las escenas más bellas que se evidencian en el Nuevo Testamento, y la razón de esto se debe a que está cargada de un contenido rico en imágenes, palabras, significados y promesas cumplidas por amor. Pudiéramos decir muchas cosas, pero centrémonos en tres aspectos que esta época nos invita a vivir:

“Alégrate, llena eres de gracia…”

La alegría es parte indispensable y necesaria de nuestra vida, Dios quiere que estemos alegres, pero debemos ser muy detallistas y pedir luz al Espíritu Santo para saber qué es verdaderamente la felicidad. Dios quiere que tengamos claro que la felicidad no depende de las cosas materiales que tenemos o incluso los éxitos alcanzados; la felicidad se basa sólo en la relación que tenemos con Él y lo demás son cosas que van y vienen, pero es Él quien permanece. Alegrémonos porque este período de Adviento es una oportunidad para renovar nuestra fe en Cristo que llega como Salvador de nuestras vidas y que sea su gracia la que nos colme y nos transforme para vivir según su voluntad.

 

“Ella se turbó […] y el ángel le dijo: no temas…”

Es válido tener miedo, es parte de nuestra existencia y de nuestra naturaleza; lo importante es no dejarnos consumir por este sentimiento y tener claro como dice el apóstol Pablo a los romanos: “si Dios está conmigo, quien contra mí”. Esa fue la actitud de María, tenía miedo de lo que Dios le pedía, pero confió en Él y su miedo probablemente no desapareció, pero al ponerse en las manos de su Señor, sabía que iba a recibir las fuerzas para afrontar cualquier situación. Confiemos en Dios, sobre todo en estos tiempos donde vivimos con la constante incertidumbre de la enfermedad y la muerte, confiemos en que Dios sabe cómo hace sus cosas y el por qué permite otras, pero no lo hagamos con una actitud pasiva, estemos atentos a la voz de Dios en todos estos hechos.

 

«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios.”

Mons. Luis María Martínez, decía en su libro sobre el Espíritu Santo que cuando María pronunció su “sí”, el Espíritu Santo la cubrió y Jesús se encarnó en ella, y con esta misma imagen, nos invita a seguir el ejemplo de María. Nuestro “sí” a Dios es de cada día y se cumple en los pequeños detalles de amor y caridad a Dios y al prójimo, cumpliendo esto, haremos que Cristo se encarne también en nosotros, y cumpliremos así con el fin al que estamos llamados, que es la unión con Él.

 

«La fuerza de ese «hágase» que le dijo al ángel. Fue una cosa distinta a una aceptación pasiva o resignada. Fue algo distinto a un “sí” como diciendo: bueno, vamos a probar a ver qué pasa. María no conocía esa expresión: vamos a ver qué pasa. Era decidida, supo de qué se trataba y dijo “sí”, sin vueltas. Fue algo más, fue algo distinto. Fue el “sí” de quien quiere comprometerse y el que quiere arriesgar, de quien quiere apostarlo todo, sin más seguridad que la certeza de saber que era portadora de una promesa. Y yo les pregunto a cada uno de ustedes. ¿Se sienten portadores de una promesa? ¿Qué promesa tengo en el corazón para llevar adelante? María tendría, sin dudas, una misión difícil, pero las dificultades no eran una razón para decir “no”. Seguro que tendría complicaciones, pero no serían las mismas complicaciones que se producen cuando la cobardía nos paraliza por no tener todo claro o asegurado de antemano. ¡María no compró un seguro de vida! ¡María se jugó y por eso es fuerte, por eso es una influencer, es la influencer de Dios! El “sí” y las ganas de servir fueron más fuertes que las dudas y las dificultades». (S.S. Francisco, Discurso a los jóvenes, 26 de enero de 2019).

 

 Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Espíritu Santo, ilumina mi voluntad para que seas Tú quien finalmente guíes mi oración, y que a través de ella descubra a Cristo que se hace pequeño por amor a mí, a Cristo que quiso vivir como yo y experimentó lo propio de la humanidad para decirme que me acompaña, que me entiende y está siempre conmigo animándome a seguir adelante.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Dios no nos pide nada extraordinario para darle gloria, Él ama los pequeños detalles y los invito a hacer lo mismo. Aquello que hagamos en el día, que sea con un corazón dispuesto; las tareas que debamos hacer, hagámoslas de la mejor manera; si alguien nos pide ayuda, respondamos a su solicitud con cordialidad y con una sonrisa que transmita la alegría de tener a Dios en mi vida.

 

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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