Lunes 4 de abril de 2022 – La luz que ilumina mi vida y la de todos

José Romero, LC
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, ayúdame a estar contigo.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 8, 12-20
En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no caminará en la oscuridad y tendrá la luz de la vida”. Los fariseos le dijeron a Jesús: “Tú das testimonio de ti mismo; tu testimonio no es válido”. Jesús les respondió: “Aunque yo mismo dé testimonio en mi favor, mi testimonio es válido, porque sé de dónde vengo y a dónde voy; en cambio, ustedes no saben de dónde vengo ni a dónde voy. Ustedes juzgan por las apariencias. Yo no juzgo a nadie; pero si alguna vez juzgo, mi juicio es válido, porque yo no estoy solo: el Padre, que me ha enviado, está conmigo. Y en la ley de ustedes está escrito que el testimonio de dos personas es válido. Yo doy testimonio de mí mismo y también el Padre, que me ha enviado, da testimonio sobre mí”. Entonces le preguntaron: “¿Dónde está tu Padre?” Jesús les contestó: “Ustedes no me conocen a mí ni a mi Padre; si me conocieran a mí, conocerían también a mi Padre”. Estas palabras las pronunció junto al cepo de las limosnas, cuando enseñaba en el templo. Y nadie le echó mano, porque todavía no había llegado su hora.
Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Todos nosotros nos hemos despertados, por lo menos una vez, durante la noche. La oscuridad de la habitación nos impedía ver con claridad o peor aún, absolutamente nada, y para poder ver debíamos encender una lámpara.

Con un bombillo de 30 o 60 vatios, que son los que normalmente están en las lámparas de noche, se da un ambiente como de prisión, se puede distinguir las cosas pero aún no es perfecto, todavía hay muchos lugares oscuros. Pero si el bombillo es de 120 vatios, y es la lámpara central de la habitación, todo es diferente, realmente vemos todo. ¡Qué importante es la intensidad de la luz y su ubicación!

Esta analogía nos ayuda a ver cómo está nuestra vida, ¿estamos en tinieblas?, es decir, en pecado. ¿Estamos iluminados solo por una lámpara de noche?, es decir, basando nuestra vida en lo material, ¿o hemos encendido la lámpara central de nuestra habitación y la luz está iluminando todo? Es decir, Dios está en nuestra vida.

Porque solo la luz elimina las tinieblas, solo Dios nos saca de una vida de pecado y solo de esa forma otorga sentido a nuestra vida que es Él mismo; la luz de Cristo es lo que todos necesitamos. Pero para tener la luz por lo general hay que encender la lámpara, porque Dios no violenta nuestro amor, implica de nuestra parte querer tener la luz.

Pero no basta una lámpara de noche pues un bombillo de 60 vatios jamás iluminará toda la habitación, jamás lo material le dará sentido a nuestra vida. Puede ser que podamos caminar, que podamos hacer lo «necesario» pero jamás veremos toda la habitación. Las lámparas de noche normalmente son un buen adorno, pero encender la lámpara central, colocar a Cristo en el centro de nuestra vida es lo que cambia todo, es lo que nos hace ver. Cristo es un bombillo de muchos vatios y solo Cristo ilumina toda nuestra vida.

A oscuras, con una lámpara de noche o con Cristo en el centro, la habitación es siempre la misma, lo que cambia es la intensidad con que se ve la propia vida.  Tener a Cristo no contradice nuestra vida, la habitación no cambia con la luz central encendida, pero nos hace verla mejor.

La luz central siempre está, ¡utilicemos el bombillo de 120 vatios! ¡Coloquemos a Cristo en el centro de nuestras vidas! Y de seguro veremos la vida con la luz que jamás cesa, tendremos a Cristo iluminando nuestro corazón.

«La propuesta cristiana es tan sencilla como decisiva y bonita, y da mucha esperanza. ¿Yo soy luz para los otros? ¿Yo soy sal para los otros, que da sabor a la vida y la defiende de la corrupción? ¿Yo estoy agarrado a Jesucristo, que es el “sí”? ¿Yo me siento ungido, sellado? ¿Yo sé que tengo esta seguridad que será plena en el cielo, pero al menos es “fianza”, ahora, el Espíritu? En el hablar cotidiano, cuando una persona está llena de luz decimos: “esta es una persona solar”. Aquí estamos frente al reflejo del Padre en Jesús, en el cual las promesas están todas cumplidas y al reflejo de la unción del Espíritu que todos nosotros tenemos. ¿Cuál es el fin de todo esto? ¿Por qué hemos recibido esto? A través de Cristo, sube a Dios nuestro “amén” para su gloria, por tanto para glorificar a Dios. Y Jesús dice a los discípulos: “Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre”».
(Homilía de S.S. Francisco, 13 de junio de 2017).

Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Realizaré un examen para ver si estoy viviendo mi vida con Cristo o sin Cristo.

Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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