Lunes 6 de septiembre de 2021 – levántate y ponte en medio

H. Octavio Ortiz, LC.

 

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

 

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Jesús me pongo en tu presencia, hoy, aquí. Quiero dejar atrás mis distracciones para dedicar mi tiempo hoy para ti. Te agradezco por este día, de vida, mis sentidos los recojo para poner mi mente y mi corazón en tu presencia, háblame y déjame escucharte. Amén.

 

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Lucas 6, 6-11

Un sábado, Jesús entró en la sinagoga y se puso a enseñar. Había allí un hombre que tenía la mano derecha paralizada. Los escribas y fariseos estaban acechando a Jesús para ver si curaba en sábado y tener así de qué acusarlo.

Pero Jesús, conociendo sus intenciones, le dijo al hombre de la mano paralizada: “Levántate y ponte ahí en medio”. El hombre se levantó y se puso en medio. Entonces Jesús les dijo: “Les voy a hacer una pregunta: ¿Qué es lo que está permitido hacer en sábado: el bien o el mal, salvar una vida o acabar con ella?”. Y después de recorrer con la vista a todos los presentes, le dijo al hombre: “Extiende la mano”. Él la extendió y quedó curado.

Los escribas y fariseos se pusieron furiosos y discutían entre sí lo que le iban a hacer a Jesús.

Palabra del Señor.

 

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Jesús no hace solo milagros los sábados, los hace todos los días si cada uno de nosotros estamos dispuestos y, de verdad, queremos pedirle que haga el milagro y actuamos por hacer nuestra parte.

En el evangelio de hoy, Jesús busca a quién rescatar, a alguien para sanar, ya sea físicamente como al de la mano paralizada o al que es duro de corazón como el fariseo. Jesús está ahí para los dos pero solo algunos aprovechan la oportunidad. Jesús se enfoca en curar lo que vemos con nuestros ojos, así como la mano del paralitico, para que después nosotros mismos abramos el corazón a lo que no vemos, a lo interior, a lo que necesita curar en nuestro corazón. El paralitico es el personaje que aprovecha la oportunidad que Jesús le da.

El paralítico hace literalmente lo que Jesús le dice: “levántate y ponte en medio”; el paralítico lo hace a pesar de que todos lo ven y lo juzgan por hacer “lo que en sábado no se debía hacer”. No se deja llevar por lo que los demás dicen, él quiere algo, quiere quedar curado y Jesús le ofrece levantarse y ponerse en medio y al parecer le es más importante la opinión de Jesús que la de los fariseos y con toda libertad se levanta y se pone en medio… ¿Qué opinión te interesa más a ti? ¿La de los demás o la de Jesús?

El fariseo no le importaba la opinión de Jesús sino solo que lo vieran actuar bien a él. El fariseo no hacía algo malo, tan solo defendía lo que decía en la ley de Dios. El fariseo quería hacer lo que Dios le pedía que era “no curar en sábado” (en este caso), pero se aferró tanto a que otros no lo vieran actuar en contra de lo que Dios pedía y se olvidó por completo las necesidades del otro, en este caso del paralítico enfermo y con necesidad de ser curado. Puso por encima la ley y se olvidó del amor.

El fariseo ni siquiera iba a curar al paralitico, así que no era el que iba en contra de la ley… ¿Por qué se molesta tanto entonces con Jesús?, ¿era Jesús quien “desobedecía a Dios” por curar en sábado? El fariseo se molesta porque Jesús es más bueno que él. La bondad del otro siempre incomoda y causa una cierta envidia en quien no es bueno sino egoísta…porque el egoísta quiere ser el que haga todas las cosas buenas o mejores, o el que quiere recibir todas las cosas buenas, y ahí el fariseo ni recibía ni daba, era solo un observador de la bondad y no supo alegrarse con el talento del otro y el beneficio que otro recibía. ¿Soy egoísta? ¿Me alegro cuando otro ayuda a alguien más y no solo a mí? ¿Soy capaz de ayudar y dar cosas buenas a otros y no solo a mí?

«Y la Iglesia está llamada a vivir su misión en la caridad que no señala con el dedo para juzgar a los demás, sino que –fiel a su naturaleza como madre – se siente en el deber de buscar y curar a las parejas heridas con el aceite de la acogida y de la misericordia; de ser «hospital de campo», con las puertas abiertas para acoger a quien llama pidiendo ayuda y apoyo; aún más, de salir del propio recinto hacia los demás con amor verdadero, para caminar con la humanidad herida, para incluirla y conducirla a la fuente de salvación. Una Iglesia que enseña y defiende los valores fundamentales, sin olvidar que “el sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado” (Mc 2,27); y que Jesús también dijo: “No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar justos, sino pecadores” (Mc 2,17). Una Iglesia que educa al amor auténtico, capaz de alejar de la soledad, sin olvidar su misión de buen samaritano de la humanidad herida». (Homilía de S.S. Francisco, 4 de octubre de 2015).

 

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

 

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Ser capaz de dar, hacer algo por alguien con generosidad. Saber recibir beneficios de otro con gratitud. Alegrarse y reconocer un bien y el talento entre otras personas.

 

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

 

¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!

 

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.

 

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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