Lunes 9 de agosto de 2021 – Después de la cruz viene la luz.
H. Enmanuel Velázquez, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, Tú conoces mi corazón y sabes todo lo que traigo dentro. Te pido que me des la gracia de ver las cosas más como Tú las ves, ayúdame a conocerte más y poner todo mi esfuerzo en amarte, aunque cueste el camino y sea de cruz; quiero seguirte y darte mi vida.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 17, 22-27
En aquel tiempo, se hallaba Jesús con sus discípulos en Galilea y les dijo: “El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres; lo van a matar, pero al tercer día va a resucitar”. Al oír esto, los discípulos se llenaron de tristeza.
Cuando llegaron a Cafarnaúm, se acercaron a Pedro los recaudadores del impuesto para el templo y le dijeron: “¿Acaso tu maestro no paga el impuesto?” Él les respondió: “Si lo paga”. Al entrar Pedro en la casa, Jesús se adelantó a preguntarle: “¿Qué te parece, Simón? ¿A quiénes les cobran impuestos los reyes de la tierra, a los hijos o a los extraños?” Pedro le respondió: “A los extraños”. Entonces Jesús le dijo: “Por lo tanto, los hijos están exentos. Pero para no darles motivo de escándalo, ve al lago y echa el anzuelo, saca el primer pez que pique, ábrele la boca y encontrarás una moneda. Tómala y paga por mí y por ti”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
El misterio de Cristo envuelve en el centro el sufrimiento y la cruz porque, a primera vista, Él no se presenta como el siervo sufriente de Yahvé, sino como aquel que viene a liberarnos de las ataduras del pecado y de la muerte. En un primer momento contemplamos a Cristo como maestro y, poco a poco, nos prepara el corazón para recibir la noticia. Muchas de las cosas que emprendemos son difíciles porque implican un gran esfuerzo de nuestra parte, y aunque al final nos otorgan una gran satisfacción y logramos lo que nos hemos propuesto, esto no lo hace fácil sino más llevadero, nos motiva para seguir.
Después de la cruz viene la resurrección. Existe una peregrinación muy antigua al santuario del patrono de España, Santiago apóstol. Es un recorrido que tiene puntos de inicio en diversas partes de Europa o, como lo hace la mayoría de la gente, desde el mismo país ibérico. Es un arduo recorrido y al final todos terminan muy cansados por el peregrinaje. Día tras día pasan los kilómetros y se acerca el fin, pero hay que seguir sobrellevando el cansancio y demás circunstancias que puedan hacer el camino más difícil. La motivación y el deseo de llegar a la iglesia de Santiago hacen que esos momentos de cruz pasen y lleguen al momento de gloria para rezar y descansar del buen camino que han emprendido.
Dios no nos deja solo en el camino y, de hecho, muchas son las veces en las que nos encontramos en necesidad y Él provee. Sin saber de dónde viene o a dónde va, como se visten los lirios del campo y los pájaros se alimentan. Dios está detrás de todo con su plan bondadoso y providente para ayudarnos en nuestras necesidades. Para esto hay que estar en diálogo con Él preguntándole y hablando de lo que nos pasa en el día a día.
«La referencia a la imagen de César, incisa en la moneda, dice que es justo sentirse ciudadanos del Estado de pleno título —con derechos y deberes—; pero simbólicamente hace pensar en otra imagen que está impresa en cada hombre: la imagen de Dios. Él es el Señor de todo y nosotros, que hemos sido creados “a su imagen” le pertenecemos ante todo a Él. Jesús planteó, a partir de la pregunta hecha por los fariseos, una interrogación más radical y vital para cada uno de nosotros, una interrogación que podemos hacernos: ¿a quién pertenezco yo? ¿A la familia, a la ciudad, a los amigos, a la escuela, al trabajo, a la política, al Estado? Sí, claro. Pero, antes que nada —nos recuerda Jesús— tú perteneces a Dios. Esta es la pertenencia fundamental. Es Él quien te ha dado todo lo que eres y tienes. Y, por lo tanto, nuestra vida, día a día, podemos y debemos vivirla en el reconocimiento de nuestra pertenencia fundamental y en el reconocimiento de corazón hacia nuestro Padre, que crea a cada uno de nosotros de forma singular, irrepetible, pero siempre según la imagen de su Hijo amado, Jesús. Es un misterio admirable.»
(Angelus de S.S. Francisco, 22 de octubre de 2017).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Ayudar a una persona necesitada en la manera que crea conveniente.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
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