Luz Elena Mijares celebra 50 años de vida consagrada en el Regnum Christi: «Un sí renovado cada día»

Con profundo agradecimiento y alegría, celebramos 50 años de entrega y amor de Luz Elena Mijares como consagrada del Regnum Christi, quien con su testimonio, fe y servicio ha sido luz para muchas almas. Nacida el 22 de octubre de 1952 en México, desde muy pequeña experimentó el llamado de Dios a una entrega total a Él, pero fue solo al concluir su carrera y conocer a las Consagradas del Regnum Chirsti cuando descubrió que Dios la quería allí. El pasado 29 de marzo celebró las bodas de oro de su sí definitivo a Dios junto con la localidad de Bogotá, donde trabaja apostólicamente.  

En esta entrevista nos comparte su testimonio de lo que han sido estos 50 años de entrega 

¿Cómo fue el llamado de Dios a la vida consagrada?
Desde muy pequeña sentí un llamado de Dios, quería ser monja para cuidar a los enfermos y llevar el amor de Jesús. A los doce años seguía con esa inquietud y empecé dirección espiritual con el P. Gregorio López, L.C., quien me ayudó a descubrir que Dios me llamaba a una entrega total a su servicio, aunque aún no sabía dónde. A los quince años quise irme con las religiosas de Jesús María, del colegio donde estudiaba, pero me dijeron que era muy joven. Continué con mi dirección espiritual con el P. Gregorio, quien me ayudó a madurar esa inquietud. Me invitó a hacer apostolados y a incorporarme al Regnum Christi. Al terminar mi carrera, por sugerencia del P. Gregorio viajé a Irlanda para afianzar mi inglés. Allí conocí a las Consagradas y desde el primer momento sentí que ahí era donde Dios me quería. El 24 de diciembre de 1974 fui a Roma a la ordenación del P. Brian Stenson, L.C., esa noche asistimos a la apertura del Año Jubilar 1975. En esa celebración, Dios me habló con claridad. Al salir, le dije al P. Brian: «Padre, quiero consagrarme con las consagradas del Regnum Christi». Al regresar a Irlanda me fui a vivir con ellas y el 29 de marzo de 1975 me consagré.

Con el P. Brian Stenson, LC Navidad 1974.

¿Cómo han sido estos 50 años?
Han sido un continuo dar gracias a Dios por el don de mi vocación, por su amor, su fidelidad y su misericordia en todo momento. Ha sido un “sí” renovado cada día.  

A lo largo de estas cinco décadas, ¿cómo ha cambiado tu manera de vivir la consagración?
Creo que mi manera de vivir la consagración no ha cambiado. Siempre he procurado responder a Dios con sencillez, fidelidad y delicadeza. A nivel institucional, sí ha habido cambios que nos han favorecido mucho y nos han hecho crecer como consagradas, con más libertad. 

Con las consagradas en el Centro de Formación de Dublín.

¿Ha habido algún momento en el que tu fe se haya puesto a prueba? ¿Cómo experimentaste la presencia de Dios en esa situación? 

He tenido muchas experiencias gratificantes y llenas de alegría a lo largo de estos años de vida consagrada. Nunca he tenido una crisis de fe o vocacional. Sí, vivimos una crisis institucional, pero durante ese tiempo me mantuve firme en mi vocación y fortalecí mi vida de oración. Frente a los comentarios negativos, siempre acudí a quienes podían ayudarme y aconsejarme bien. No abrí mi corazón a personas que pudieran hacerme daño o desorientarme. Sentí la certeza de mi vocación y me mantuve firme en mis convicciones para poder apoyar a mis hermanas consagradas y a los demás miembros de mi familia espiritual, a las familias del colegio y a todas aquellas personas con las que compartía mi misión apostólica. 

¿Cuáles han sido las misiones o apostolados que más han marcado tu vida?
Todas las misiones y apostolados han dejado una huella en mí y me han hecho crecer como consagrada y apóstol. Pero si tuviera que destacar una, diría que mi primera misión en Saltillo, Coahuila, México. Fueron dieciocho años  entrañables en dos períodos diversos en los que participé en la fundación de la comunidad y del Colegio Alpes, trabajé como prefecta de disciplina, impartí clases de formación católica en primaria, fui asistente del ECYD y atendía quincenalmente las ciudades de Torreón y Piedras Negras. Después pasé por Ciudad de México, Guadalajara, Monterrey y Monclova, colaborando en colegios y con señoras, jóvenes, profesores y familias misioneras. Cada lugar ha sido una experiencia valiosa. Actualmente, trabajo en la localidad de Bogotá en el Colegio Mano Amiga Zipaquirá.

Con alumnos de Mano Amiga Zipaquirá, donde actualmente ejerce su apostolado.

¿Puedes compartir alguna historia de alguien a quien hayas acompañado y cuyo testimonio haya impactado tu propia vocación?
Gracias a Dios, tengo muchas historias. He acompañado a alumnas, miembros del ECYD, del Regnum Christi, jóvenes, señoras, señores y profesores en diferentes etapas de sus vidas. Muchos me han abierto su corazón con confianza y sencillez. He sido testigo de personas que han formado una familia, que han entregado su vida a Dios, que han superado crisis matrimoniales y han salvado sus matrimonios. Todo esto ha enriquecido profundamente mi vocación. 

¿Cómo has visto la evolución del Regnum Christi en estos 50 años y qué te ilusiona del futuro?
Después de la crisis institucional, he visto renacer un Regnum Christi más fuerte, donde somos una gran familia espiritual que comparte un mismo carisma y misión. Desde 2019 somos una federación canónica, lo que ha consolidado nuestro caminar juntos. Me entusiasma ver cómo las cuatro ramas que conforman el Regnum Christi trabajamos unidas, fortaleciendo la comunión y el apoyo mutuo. 

Misa de celebración del 50 aniversario en el Colegio Mano Amiga Zipaquirá presidida por el obispo de la diócesis Mons. Héctor Cubillos Peña.

¿Cómo ha sido tu relación con Cristo a lo largo de los años? ¿En qué momentos lo has sentido más cercano?
Mi relación con Cristo ha sido la de una hija muy amada, una relación sencilla, de escucha, de confianza. Disfruto estar con Él, experimentar su amor, su perdón y su misericordia. Con los años, esta relación ha crecido en intimidad con la Santísima Trinidad. 

¿Qué papel ha jugado la comunidad en tu perseverancia y crecimiento espiritual? 
La comunidad ha sido un don que me ha permitido compartir el mismo ideal con hermanas, con quienes vivo momentos de alegría, y también de dificultad, que resolvemos con fraternidad, comprensión y respeto. Cada una es un regalo de Dios para mí, y me enriquece con su testimonio de entrega incondicional.

Comunidad de consagradas de Bogotá durante la celebración del 50 aniversario con la localidad.

¿Qué consejo le darías a las jóvenes que sienten inquietud por la vida consagrada?
Que se abran a la acción de Dios en su corazón. Que no tengan miedo. Que hablen con su directora espiritual. Que se den la oportunidad de experimentar lo que Dios quiere de ellas con tranquilidad. Vale la pena hacer esa experiencia con sencillez y confianza, y dejar que Él les hable en el silencio de su corazón. 

Si pudieras resumir en una frase lo que significa para ti ser consagrada en el Regnum Christi, ¿cuál sería?
«Soy una hija muy amada por la Santísima Trinidad, en continua donación a Jesucristo y a los demás».

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