Sábado 11 de mayo de 2024 – «Tu Nombre, Señor, tu Nombre»
Angélica Roa
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, ¡cuántas cosas me has dicho en esta Cena de despedida con tus discípulos! ¡Cuántas palabras tuyas han tocado mi corazón! Quiero seguir abriendo mi alma, con confianza, para escuchar tu Palabra y comprender cuál es el destino precioso y fecundo de mi vida, para llevar tu Palabra de vida a mis hermanos.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 16, 23-28
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Yo les aseguro: cuanto pidan al Padre en mi nombre, se lo concederá. Hasta ahora no han pedido nada en mi nombre. Pidan y recibirán, para que su alegría sea completa. Les he dicho estas cosas en parábolas; pero se acerca la hora en que ya no les hablaré en parábolas, sino que les hablaré del Padre abiertamente. En aquel día pedirán en mi nombre, y no les digo que rogaré por ustedes al Padre, pues el Padre mismo los ama, porque ustedes me han amado y han creído que salí del Padre. Yo salí del Padre y vine al mundo; ahora dejo el mundo y vuelvo al Padre”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Cada mañana, comienzo mi día en tu Nombre, Señor. Y, a lo largo del día, se hace presente en mis labios y en mi corazón.
¡Tu “Nombre”, Señor, tu “Nombre”! ¿Qué me dice “tu Nombre”? ¿Qué me evoca “tu Nombre”? Tu Nombre eres Tú, “el Hijo del Padre”, que nos has revelado al “Padre” y al “Espíritu Santo”. Tu Nombre nos ha revelado a la “Trinidad”. ¡Que misterioso, profundo y poderoso es tu “Nombre”!
Tu Nombre tiene un poder infinito, porque eres Dios mismo quien se nos revela, quien nos da vida y nos inunda con su amor infinito. ¡Bendito sea tu Nombre, Señor!
Hoy quiero pedirte la gracia de grabar tu Nombre en mi corazón y tenerlo siempre en mis labios. Quiero vivir continuamente en tu presencia, con apertura a tu amor, a tu providencia, al plan de amor que tienes para mí. ¡Cuánto amor y cuánta paz me da “tu Nombre”!
Pero tu Nombre no es sólo para mí. Quiero proclamar tu Nombre a mis hermanos, como lo hicieron tus discípulos después de Pentecostés, como lo hace tu Iglesia continuamente, para que te conozcan y hagan la experiencia de tu amor infinito, y se descubran como hijos muy amados de Dios.
«La Iglesia es madre y nos recibe a todos como madre: María madre, la Iglesia madre, una maternidad que se expresa en las actitudes de humildad, de acogida, de comprensión, de bondad, de perdón y de ternura. Donde hay maternidad y vida hay vida, alegría, paz, se crece en paz. Cuando falta esta maternidad solamente queda la rigidez, esa disciplina, y no se sabe sonreír».
(Homilía de S.S. Francisco, 15 de septiembre de 2015).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Bendecir el nombre de Dios durante el día, al descubrirlo presente, junto a mí.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
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