Sábado 12 de marzo de 2022 – «Dejalo entrar»

Iker Trillas, LC

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Virgen María permíteme dejar de lado las cosas que me puedan distraer de lo que Jesús me quiera decir. Enséñame a escucharlo como tú lo escuchas.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Mateo 5, 43-48
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Habéis oído que se dijo: ‘Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo’. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos. Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto».

Palabra del Señor.

 

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

“Sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto”. Suena difícil y lejano para nosotros. Somos hechos de barro, lo cual nos hace frágiles y débiles. Efectivamente, nosotros no podemos ser perfectos como Dios Padre. No podemos. Por naturaleza humana, por el pecado original. El unico que puede amar a los enemigos es Jesús. Por tanto, sin Él no podemos. En otras palabras, te está diciendo déjame vivir en ti. ¡Quiero amar! Quiero rezar por el otro en ti. Tengo tanto amor que quiero desahogarlo. Déjame desahogarlo en ti, déjame desahogarlo a través de ti.

“Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo”. Él es el Hijo. La vida en Cristo, la vida en el Espíritu consiste en hacerle más y más espacio en tu interior a Él. Hasta que tome total posesión de ti. Para que el Padre pueda verte a ti y ver a Su Hijo amado. Para que pueda verte a ti y verte configurado en su hijo amado. Somos hijos de Dios porque Cristo nos ha abierto las puertas y nos ha bajado las bendiciones del cielo para ser también hijos del Padre, gracias a Jesús.

Si no hay espacio en ti para Jesús no podrá entrar en ti. Va a llegar, va a ver que no le has dejado espacio, que has preferido apegos, intereses, tus caprichos y triste se va a tener que ir con ganas de quedarse a vivir en ti. Con eso no se puede mezclar Jesús. Es un Dios que ha dado todo por amor a ti, hasta su vida, no le quedó nada más para dar. Busca correspondencia de la criatura. Busca una correspondencia en libertad, no una correspondencia forzada o impuesta. De lo contrario, seríamos esclavos. Por eso nos hizo libres, para corresponder al amor que Él ya nos ha dado primero. Dale oportunidad a Jesús de desahogar tanto amor que tiene, empezando por ti.

«Jesús nos pide amar a los enemigos. ¿Cómo se puede hacer? Jesús nos dice: rezad, rezad por vuestros enemigos. La oración hace milagros; y esto vale no sólo cuando tenemos enemigos; sino también cuando percibimos alguna antipatía, alguna pequeña enemistad. Es cierto: el amor a los enemigos nos empobrece, nos hace pobres, como Jesús, quien, cuando vino, se abajó hasta hacerse pobre. Tal vez no es un buen negocio, o al menos no lo es según la lógica del mundo. Sin embargo, es el camino que recorrió Dios, el camino que recorrió Jesús hasta conquistarnos la gracia que nos ha hecho ricos». (S.S. Francisco, Homilía del 18 de junio de 2013).

 

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

 

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hazle espacio en tu interior a Jesús. Deja o suelta una cosa que sabes ocupa este espacio.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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