Sábado 12 de octubre de 2024 – «Silencio de Dios»

Adrián Olvera, LC

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Quiero callar para, en el silencio, poder escucharte.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 11, 27-28

En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba a la multitud, una mujer del pueblo, gritando, le dijo: “¡Dichosa la mujer que te llevó en su seno y cuyos pechos te amamantaron!”. Pero Jesús le respondió: “Dichosos todavía más los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica”.

Palabra del Señor

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Ante la exaltación de una mujer de entre el gentío, Jesús, sin mucha introducción, aprovecha para dejarnos otra bienaventuranza: “Dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen”.

Llama dichosos a los que escuchan y cumplen, es decir, llama dichosos a los que el amor no sólo es una teoría, sino un muy concreto estilo de vida.

Parecería una bienaventuranza muy sencilla, sin embargo, requiere mucha radicalidad pues el escuchar implica callar, requiere atención, exige silencio.

No se trata de un silencio meramente externo, se trata de un silencio ante las cosas superficiales de la vida, un silencio ante el ruido de los problemas sin importancia… un silencio que me permite conocerme y enfrentarme conmigo mismo… un silencio que me permite encontrarme con Dios.

Sólo en ese silencio es como puedo comenzar a distinguir la voz de Dios en mi vida; que me guía, que me consuela, que da seguridad a mis pasos ante los caminos de la vida.

Es en el silencio donde descubro lo que Dios quiere de mi vida y, por lo tanto, lo que más me hace feliz, lo que me hace más pleno… donde descubro la razón de mi existir.

«Dar la vida, tener espíritu de martirio es dar en el propio deber, en el silencio, en la oración, en el cumplimiento honesto del deber; en aquel silencio de la vida cotidiana; dar la vida poco a poco. Sí, como la da una madre que sin temor y con la simplicidad del martirio materno, concibe en su vientre a un hijo, lo da a la luz, lo amamanta, lo hace crecer y lo atiende con afecto. Es dar la vida. Y estas son las madres. Es martirio. Sí, ser madre no significa solamente traer un hijo al mundo, pero es también tomar una decisión de vida, la decisión de dar la vida».
(Homilía de S.S. Francisco, 7 de enero de 2015).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Ante el ruido de mi vida cotidiana, pediré al Señor la gracia del silencio interior para así poder escucharle.

Despedida

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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