Te invitamos a conocer al Sagrado Corazón, a contemplarle y dejarte amar por Él; a sincronizar tus latidos con los de su Corazón para que Él pueda amar a través de ti.
Aquí te ofrecemos algunos recursos de preparación para esta solemnidad que puedes descargar y compartir
El corazón de Cristo, Apóstol del Reino, sale a nuestro encuentro para darnos vida.
El Sagrado Corazón de Jesús es el amor sin medida de Dios por la humanidad que late por nosotros para darnos vida, para purificarnos y unirnos en un solo cuerpo. Así como el corazón recibe la sangre sin oxígeno y la devuelve llena de nutrientes a todo el cuerpo, Jesucristo asume nuestra humanidad, recibe nuestro pecado, lo redime y lo transforma en vida.
Ser apóstol es vivir dentro del corazón de Cristo. Quien ha conocido a Aquel que dio su propia vida para que nosotros «tengamos vida y la tengamos en abundancia» (cf. Jn 10, 10) empieza a impregnarse de sus convicciones, de sus actitudes, de su amor. Comienza a experimentar el misterio de un don que no puede contener: Cristo mismo, y se convierte en su apóstol.
Oración
Jesucristo, danos la gracia de experimentar la fuerza de tu amor. Ayúdanos a vivir dentro de tu Sagrado Corazón para que, permaneciendo unidos a ti e impregnados de tus sentimientos, de tu modo de ver y de actuar, podamos sincronizar los latidos de nuestro corazón con el tuyo de modo que seas Tú quien viva en nosotros y a través de nosotros.
Amén.
Sagrado Corazón de Jesús
¡Venga tu Reino!
El corazón del apóstol late en dos movimientos: contemplativo y evangelizador.
El Corazón de Jesús palpita por nosotros. Nos ama siempre: nos acoge con misericordia, se entrega a sí mismo por nosotros.
El corazón es un músculo que late sin parar en un doble movimiento de expandirse para recibir y contraerse para entregar. Sin el suceder constante de estos dos movimientos, complementarios e inseparables, el corazón simplemente no funciona. Esto mismo sucede con el corazón del apóstol, movido por el impulso del amor, late en dos movimientos: contemplativo y evangelizador.
Contemplar no es sólo «mirar», sino sobre todo recibir y acoger; evangelizar no es sólo «predicar», sino sobre todo dar y transmitir. Ser contemplativo es descubrir y acoger a Dios, presente en las diferentes realidades de la vida; ser evangelizador es saberlo comunicar con la vida. Ser “contemplativo y evangelizador” es la actitud existencial que nos permite entrar en esa relación con Jesucristo, conocerlo íntimamente, amarle y compartir con Él la vida para ser sus testigos.
Oración
Jesucristo, danos la gracia de experimentar la fuerza de tu amor. Ayúdanos a vivir dentro de tu Sagrado Corazón para que, permaneciendo unidos a ti e impregnados de tus sentimientos, de tu modo de ver y de actuar, podamos sincronizar los latidos de nuestro corazón con el tuyo de modo que seas Tú quien viva en nosotros y a través de nosotros.
Amén.
Sagrado Corazón de Jesús
¡Venga tu Reino!
El Corazón de Jesús está herido por nuestro pecado y desde esa herida nos restaura.
El Corazón de Jesús está herido por nuestro pecado. El pecado divide y nos hace vivir fragmentados. Todos experimentamos en algún momento o situación de la vida esa fractura entre Dios, el mundo y nuestros hermanos, que nos enfrenta entre el anhelo profundo que tiene nuestro corazón de Dios y el pecado que nos seduce y arrastra, entre el deseo de amar a Cristo y la incapacidad de verle en el prójimo; que nos hace poner en compartimientos aislados las diversas facetas de la vida y nos lleva a decir con San Pablo «no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero» (cf. Rom 7, 19).
Cuando un órgano del cuerpo no recibe la sangre que le bombea el corazón, enferma y muere. El pecado es el obstáculo que bloquea la llegada de la gracia; sin embargo, de la herida del corazón de Cristo brotan como un manantial de salvación el agua y la sangre, el perdón y la vida para todos los hombres. Vivir inmersos dentro del corazón de Cristo restaura en nosotros la unidad.
Oración
Jesucristo, danos la gracia de experimentar la fuerza de tu amor. Ayúdanos a vivir dentro de tu Sagrado Corazón para que, permaneciendo unidos a ti e impregnados de tus sentimientos, de tu modo de ver y de actuar, podamos sincronizar los latidos de nuestro corazón con el tuyo de modo que seas Tú quien viva en nosotros y a través de nosotros.
Amén.
Sagrado Corazón de Jesús
¡Venga tu Reino!
El Corazón de Cristo Apóstol nos unifica en una vocación y misión.
El Corazón de Jesús unifica lo humano y lo divino. A través de Él podemos ver el corazón
de Dios en toda su ternura, bondad y misericordia. «Desde el horizonte infinito de su amor, de hecho, Dios ha querido entrar en los límites de la historia y de la condición humana, ha tomado un cuerpo y un corazón, para que podamos contemplar y encontrar el infinito en el finito, el misterio invisible e inefable en el Corazón humano de Jesús». (Benedicto XVI, Angelus 1 junio de 2008).
El corazón es un órgano físico que responde a los sentimientos, donde se integra el cuerpo con el alma. Si vivimos dentro del misterio de Cristo Apóstol —dejándole vivir en nosotros y a través de nosotros— todo lo que nos sucede se integra en una vocación y misión, llegando a amar y encontrar a Dios en todas las cosas y a todas las cosas en Él.
Oración
Jesucristo, danos la gracia de experimentar la fuerza de tu amor. Ayúdanos a vivir dentro de tu Sagrado Corazón para que, permaneciendo unidos a ti e impregnados de tus sentimientos, de tu modo de ver y de actuar, podamos sincronizar los latidos de nuestro corazón con el tuyo de modo que seas Tú quien viva en nosotros y a través de nosotros.
Amén.
Sagrado Corazón de Jesús
¡Venga tu Reino!
Escuchar los latidos armoniosos del Sagrado Corazón nos impulsa a latir de amor junto a Él.
El corazón es el lugar de la interioridad. El silencio es la llave que abre la puerta de la vida interior, nos permite escuchar los latidos del corazón. En el silencio profundo tomamos conciencia de nuestro ser, desciframos nuestra necesidad y la de los demás, descubrimos con asombro esa acción de Dios en nosotros. El silencio nos permite contemplar. San Juan se reclinó en el corazón del Maestro y escuchó el maravilloso lenguaje de sus latidos. Escuchar los latidos del Sagrado Corazón alegra el alma, calienta los corazones donde se ha enfriado el amor. En el palpitar del corazón de Cristo apóstol descubrimos el don del amor efusivo que Dios ofrece gratuitamente, que nos lleva a maravillarnos, a agradecer, a ser generosos. Contemplar el corazón manso, humilde y misericordioso de Jesús nos invita a descansar en Él, a abandonarnos en Él, a latir de amor junto
con Él, lanzándonos en una entrega gratuita como la suya; nos mueve a evangelizar, a regalar ese mismo don impagable sin retribución alguna: «Gratis habéis recibido, dad gratis» (cf. Mt 10, 8).
Oración
Jesucristo, danos la gracia de experimentar la fuerza de tu amor. Ayúdanos a vivir dentro de tu Sagrado Corazón para que, permaneciendo unidos a ti e impregnados de tus sentimientos, de tu modo de ver y de actuar, podamos sincronizar los latidos de nuestro corazón con el tuyo de modo que seas Tú quien viva en nosotros y a través de nosotros.
Amén.
Sagrado Corazón de Jesús
¡Venga tu Reino!
El corazón de Cristo Apóstol es contemplativo en la evangelización.
Así como el corazón no produce la sangre, sino que entrega aquella que recibe, y si primero no se expande para llenarse de ella, no puede dar nada; el apóstol del Reino tiene que estar «unido a la vid» (cf. Jn 15, 1-8) para hablar de lo que ha «visto, oído y palpado» (cf. 1Jn 1,1). Jesucristo no se anuncia a Sí mismo, es el Apóstol del Padre y a través de su humanidad nos hace palpable el misterio del amor de un Dios que es trinidad. Quien no conoce a Aquel a quien transmite, se anuncia a sí mismo. Solo aprendiendo a estar con Él y en Él podemos salir y hablar en su Nombre.
Toda acción verdaderamente evangelizadora se realiza con espíritu contemplativo Necesitamos contemplar con la mirada de Cristo y con los sentimientos de su Sagrado Corazón a las personas que nos rodean y las circunstancias del mundo para verlo todo como Él lo ve y así descubrir lo que está haciendo y quiere obrar a través de nosotros.
Oración
Jesucristo, danos la gracia de experimentar la fuerza de tu amor. Ayúdanos a vivir dentro de tu Sagrado Corazón para que, permaneciendo unidos a ti e impregnados de tus sentimientos, de tu modo de ver y de actuar, podamos sincronizar los latidos de nuestro corazón con el tuyo de modo que seas Tú quien viva en nosotros y a través de nosotros.
Amén.
Sagrado Corazón de Jesús
¡Venga tu Reino!
El corazón de Cristo Apóstol es evangelizador en la contemplación.
Así como el corazón tiene que entregar toda la sangre que recibe porque es incapaz de contenerla para sí mismo, el apóstol del Reino no puede quedarse solo en contemplar, tiene
que actuar. Contemplando al ser humano herido por el pecado, Dios sale a su encuentro asumiendo su propia humanidad y ofreciendo su vida por él. Contemplando a la muchedumbre que no tenía que comer, Jesús sintió compasión y multiplicó cinco panes y dos peces hasta dejarlos saciados. El corazón de Cristo Apóstol nos mira, nos conoce, nos acoge y nos llama como el Buen Pastor del Evangelio, no contento con dar su vida por nosotros en la cruz, se queda en la eucaristía, nos entrega a su Madre, nos envía al Espíritu Santo para que actúe también en nosotros como un torrente de agua viva; aún hoy, se las ingenia para seguir tocando nuestra puerta: nos regala la devoción a su Sagrado Corazón, a la Divina Misericordia.
Quien realmente contempla, evangeliza, y si no lo hace deja de ser contemplativo, porque esa Vida presente en el alma no se desarrolla y agoniza cuando no puede expresarse en el don de sí a los demás. Mirando el corazón traspasado de Cristo, cada uno hace la experiencia del amor gratuito, y esa experiencia no se puede tener escondida, no puede ser contenida. Al igual que San Pablo, brota de lo profundo del alma la necesidad de exclamar «Nos apremia el amor de Cristo» (cf. 2Cor 5, 14) y «¡Ay de mí si no anuncio el Evangelio!» (cf. 1Cor 9, 16).
Oración
Jesucristo, danos la gracia de experimentar la fuerza de tu amor. Ayúdanos a vivir dentro de tu Sagrado Corazón para que, permaneciendo unidos a ti e impregnados de tus sentimientos, de tu modo de ver y de actuar, podamos sincronizar los latidos de nuestro corazón con el tuyo de modo que seas Tú quien viva en nosotros y a través de nosotros.
Amén.
Sagrado Corazón de Jesús
¡Venga tu Reino!
Vivir con un corazón enamorado.
El corazón es el símbolo y el lugar del amor. El Sagrado Corazón de Jesús arde de amor por
los hombres, nos ama con un amor apasionado, fiel, magnánimo, creativo. Es un corazón enamorado que anhela que le amemos y le dejemos amar a través de nosotros para que en
Él encontremos la verdadera vida y la plenitud en el amor.
Amar con un corazón como el de Cristo es ser conscientes de nuestra fragilidad redimida por su misericordia. La experiencia de ser débiles, pero de estar vivos por el amor nos va introduciendo en la sabiduría pascual del morir para vivir y dar vida. La experiencia de descubrir que Dios «hace nuevas todas las cosas» (cf. Ap 21, 5) nos lleva a vivir con un corazón enamorado. Este es el Amor que no se cansa de hacer de nosotros buenos
samaritanos que salen al encuentro de las necesidades apremiantes de nuestro prójimo. La
fidelidad de Cristo, su perdón constante es lo que mantiene viva en nosotros la certeza de saber «en quien hemos puesta nuestra esperanza» (cf. 2Tim 1, 12), la que nos lleva a afrontar con fortaleza y arrojo los desafíos que la vida nos presenta, poniendo en juego toda nuestra persona y ofreciendo la propia pobreza y fragilidad, porque no tenemos la confianza puesta en nosotros mismos, sino en Él.
Oración
Jesucristo, danos la gracia de experimentar la fuerza de tu amor. Ayúdanos a vivir dentro de tu Sagrado Corazón para que, permaneciendo unidos a ti e impregnados de tus sentimientos, de tu modo de ver y de actuar, podamos sincronizar los latidos de nuestro corazón con el tuyo de modo que seas Tú quien viva en nosotros y a través de nosotros.
Amén.
Sagrado Corazón de Jesús
¡Venga tu Reino!
El Corazón de Jesús está vivo.
Cristo está vivo, amando y actuando ahora en nosotros, por medio de su Espíritu para llevarnos al Padre. Él está vivo, actuando y amando en favor de los demás y del mundo. Queremos ser
contemplativos y evangelizadores para entrar cada vez más en sintonía con Él, acogiendo su amor, percibiendo su acción, descubriendo los destellos de su luz en nosotros y en torno nuestro, descubriendo las tinieblas donde quiere brillar más y prestándole todo nuestro ser para que ame y actúe por medio de nosotros.
Oración
Jesucristo, danos la gracia de experimentar la fuerza de tu amor. Ayúdanos a vivir dentro de tu Sagrado Corazón para que, permaneciendo unidos a ti e impregnados de tus sentimientos, de tu modo de ver y de actuar, podamos sincronizar los latidos de nuestro corazón con el tuyo de modo que seas Tú quien viva en nosotros y a través de nosotros.
Amén.
Sagrado Corazón de Jesús
¡Venga tu Reino!