V/ Humildad del Corazón de Jesucristo,
R/ modela mi corazón.
«Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os haré descansar. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas» (Mt 11, 28-30).
«Solo la humildad es el camino que nos conduce a Dios y, al mismo tiempo, precisamente porque nos conduce a Él, nos lleva también a lo esencial de la vida, a su significado más verdadero, al motivo más fiable por el que la vida vale la pena ser vivida» (Papa Francisco, Audiencia general, 22 de diciembre de 2021).
V/ Oremos: Sagrado Corazón de Jesús, tú nos amas profundamente y conoces hasta el último rincón de nuestro interior. Transforma nuestro corazón para tener tus mismos sentimientos, tu mismo modo de escuchar, de ver y de hablar. Purifícanos por dentro en las llamas vivas de tu Amor para así poder hacerte presente en este aquí y ahora de nuestras vidas.
R/ Amén
V/ Sagrado Corazón de Jesús
R/ haz mi corazón semejante al tuyo.
V/ Alegría del Corazón de Jesucristo,
R/ dilata mi corazón.
«Os he dicho esto, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea perfecto» (Jn 15, 11).
«Nuestra alegría cristiana bebe de la fuente de su corazón rebosante. Él promete a los discípulos: «Estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría» (Jn 16, 20). E insiste: «Volveré a veros y se alegrará vuestro corazón, y nadie os podrá quitar vuestra alegría» (Jn 16, 22). Después ellos, al verlo resucitado, «se alegraron» (Jn 20, 20). El libro de los Hechos de los Apóstoles cuenta que en la primera comunidad «tomaban el alimento con alegría» (2, 46). Por donde los discípulos pasaban, había «una gran alegría» (8, 8), y ellos, en medio de la persecución, «se llenaban de gozo» (13, 52). Un eunuco, apenas bautizado, «siguió gozoso su camino» (8, 39), y el carcelero «se alegró con toda su familia por haber creído en Dios» (16, 34). ¿Por qué no entrar también nosotros en ese río de alegría?» (Evangelii Gaudium, 5)
V/ Oremos: Sagrado Corazón de Jesús, tú nos amas profundamente y conoces hasta el último rincón de nuestro interior. Transforma nuestro corazón para tener tus mismos sentimientos, tu mismo modo de escuchar, de ver y de hablar. Purifícanos por dentro en las llamas vivas de tu Amor para así poder hacerte presente en este aquí y ahora de nuestras vidas.
R/ Amén
V/ Sagrado Corazón de Jesús
R/ haz mi corazón semejante al tuyo.
V/ Amor del Corazón de Jesucristo,
R/ inflama mi corazón.
«Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, en que os tenéis amor los unos a los otros» (Jn 13, 34-35).
«Esto puede parecer una herejía, pero ¡es la verdad más grande! Más difícil que amar a Dios es ¡dejarse amar por Él! La manera de devolver tanto amor es abrir el corazón y dejarse amar. Dejar que Él se acerque a nosotros y sentirlo a nuestro lado. Dejar que Él se haga tierno con nosotros, nos acaricie. Esto es lo más difícil: dejarnos amar por Él. Esto es lo que debemos pedir hoy en la Misa: ‘Señor, yo quiero amarte, pero enséñame la difícil ciencia, la difícil costumbre de dejarme amar por Ti, de sentirte cercano y tierno’. ¡Qué el Señor nos dé esta gracia!» (Papa Francisco, Misa en Santa Marta, 7 de junio de 2013).
V/ Oremos: Sagrado Corazón de Jesús, tú nos amas profundamente y conoces hasta el último rincón de nuestro interior. Transforma nuestro corazón para tener tus mismos sentimientos, tu mismo modo de escuchar, de ver y de hablar. Purifícanos por dentro en las llamas vivas de tu Amor para así poder hacerte presente en este aquí y ahora de nuestras vidas.
R/ Amén
V/ Sagrado Corazón de Jesús
R/ haz mi corazón semejante al tuyo.
V/ Luz del Corazón de Jesucristo,
R/ ilumina mi corazón.
«Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida» (Jn 8, 12).
«Si algo debe inquietarnos santamente y preocupar nuestra conciencia, es que tantos hermanos nuestros vivan sin la fuerza, la luz y el consuelo de la amistad con Jesucristo, sin una comunidad de fe que los contenga, sin un horizonte de sentido y de vida. Más que el temor a equivocarnos, espero que nos mueva el temor a encerrarnos en las estructuras que nos dan una falsa contención, en las normas que nos vuelven jueces implacables, en las costumbres donde nos sentimos tranquilos, mientras afuera hay una multitud hambrienta y Jesús nos repite sin cansarse: «¡Dadles vosotros de comer!» (Mc 6, 37)» (Evangelii Gaudium, 49).
V/ Oremos: Sagrado Corazón de Jesús, tú nos amas profundamente y conoces hasta el último rincón de nuestro interior. Transforma nuestro corazón para tener tus mismos sentimientos, tu mismo modo de escuchar, de ver y de hablar. Purifícanos por dentro en las llamas vivas de tu Amor para así poder hacerte presente en este aquí y ahora de nuestras vidas.
R/ Amén
V/ Sagrado Corazón de Jesús
R/ haz mi corazón semejante al tuyo.
V/ Silencio del Corazón de Jesucristo,
R/ habla a mi corazón.
«Tú, en cambio, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará» (Mt 6, 6).
«El silencio, pues, es la puerta de la oración y la oración es la puerta del amor. ¡Rezar no es aburrido! Somos nosotros los que la hacemos aburrida. Orar es un encuentro, un encuentro con el Señor: eso es hermoso. Y cuando reces, no tengas miedo de llevar a Jesús todo lo que pasa en tu mundo interior: tus afectos, miedos, problemas, expectativas, recuerdos, esperanzas, todo, incluso los pecados» (Papa Francisco, Discurso a los jóvenes en Hungría, 29 de abril de 2023).
V/ Oremos: Sagrado Corazón de Jesús, tú nos amas profundamente y conoces hasta el último rincón de nuestro interior. Transforma nuestro corazón para tener tus mismos sentimientos, tu mismo modo de escuchar, de ver y de hablar. Purifícanos por dentro en las llamas vivas de tu Amor para así poder hacerte presente en este aquí y ahora de nuestras vidas.
R/ Amén
V/ Sagrado Corazón de Jesús
R/ haz mi corazón semejante al tuyo.
V/ Fortaleza del Corazón de Jesucristo,
R/ sostén mi corazón.
«Y estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra. Cuando se levantó de la oración, y vino a sus discípulos, los halló durmiendo a causa de la tristeza; y les dijo: ¿Por qué dormís? Levantaos, y orad para que no caigáis en tentación» (Lc 22, 44-46).
«Con el don de fortaleza, en cambio, el Espíritu Santo libera el terreno de nuestro corazón, lo libera de la tibieza, de las incertidumbres y de todos los temores que pueden frenarlo, de modo que la Palabra del Señor se ponga en práctica, de manera auténtica y gozosa. Es una gran ayuda este don de fortaleza, nos da fuerza y nos libera también de muchos impedimentos… No hay que pensar que el don de fortaleza es necesario sólo en algunas ocasiones o situaciones especiales. Este don debe constituir la nota de fondo de nuestro ser cristianos, en el ritmo ordinario de nuestra vida coti- diana. Como he dicho, todos los días de la vida cotidiana debemos ser fuertes, necesitamos esta fortaleza para llevar adelante nuestra vida, nuestra familia, nuestra fe» (Papa Francisco, Audiencia general, 14 de mayo de 2014).
V/ Oremos: Sagrado Corazón de Jesús, tú nos amas profundamente y conoces hasta el último rincón de nuestro interior. Transforma nuestro corazón para tener tus mismos sentimientos, tu mismo modo de escuchar, de ver y de hablar. Purifícanos por dentro en las llamas vivas de tu Amor para así poder hacerte presente en este aquí y ahora de nuestras vidas.
R/ Amén
V/ Sagrado Corazón de Jesús
R/ haz mi corazón semejante al tuyo.
V/ Paciencia del Corazón de Jesucristo,
R/ soporta mi corazón.
«Les refirió otra parábola, diciendo: El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue. Y cuando salió la hierba y dio fruto, entonces apareció también la cizaña. Vinieron entonces los siervos del padre de familia y le dijeron: Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, tiene cizaña? Él les dijo: Un enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos? Él les dijo: No, no sea que, al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo. Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero» (Mt 13, 24-30).
«Jesús nos revela la paciencia de Dios, el Padre que tiene misericordia de nosotros y nos llama hasta la última hora, que no exige la perfección sino el impulso del corazón, que intenta abrirse paso en nuestro interior incluso cuando cerramos nuestro corazón» (Papa Francisco, @Pontifex_es, 18 de agosto de 2022).
V/Oremos: Sagrado Corazón de Jesús, tú nos amas profundamente y conoces hasta el último rincón de nuestro interior. Transforma nuestro corazón para tener tus mismos sentimientos, tu mismo modo de escuchar, de ver y de hablar. Purifícanos por dentro en las llamas vivas de tu Amor para así poder hacerte presente en este aquí y ahora de nuestras vidas.
R/ Amén
V/ Sagrado Corazón de Jesús
R/ haz mi corazón semejante al tuyo.
V/ Celo del Corazón de Jesucristo
R/ abrasa mi corazón.
«Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del Reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor» (Mt 9, 35-36).
«El celo evangélico es el apoyo en el que se basa el anuncio, y los anunciadores son un poco como los pies del cuerpo de Cristo que es la Iglesia. No hay anuncio sin movimiento, sin “salida”, sin iniciativa. Esto quiere decir que no hay cristiano si no en camino, no es un cristiano si el cristiano no sale de sí mismo para ponerse en camino y llevar un anuncio. No hay anuncio sin movimiento, sin camino. No se anuncia el Evangelio parados, encerrados en una oficina, en el escritorio o en el ordenador haciendo polémicas como “leones de teclado” y sustituyendo la creatividad del anuncio con el corta y pega de ideas cogidas aquí y allí. El Evangelio se anuncia moviéndose, caminando, yendo» (Papa Francisco, Audiencia gene- ral, 12 de abril de 2023).
V/ Oremos: Sagrado Corazón de Jesús, tú nos amas profundamente y conoces hasta el último rincón de nuestro interior. Transforma nuestro corazón para tener tus mismos sentimientos, tu mismo modo de escuchar, de ver y de hablar. Purifícanos por dentro en las llamas vivas de tu Amor para así poder hacerte presente en este aquí y ahora de nuestras vidas.
R/ Amén
V/ Sagrado Corazón de Jesús
R/ haz mi corazón semejante al tuyo.
V/ Reino del Corazón de Jesucristo,
R/ establécete en mi corazón.
«El Reino de los Cielos es semejante a un grano de mostaza, que un hombre sembró en su campo. Sin duda, esta es la más pequeña de todas las semillas; pero, cuando crece, es la más grande de las plantas; se hace árbol, y hasta las aves del cielo vienen y hacen nidos en sus ramas» (Mt 13, 31-34).
«Creámosle al Evangelio que dice que el Reino de Dios ya está presente en el mundo, y está desarrollándose aquí y allá, de diversas maneras: como la semilla pequeña que puede llegar a convertirse en un gran árbol (cf. Mt 13, 31-32), como el puñado de levadura, que fermenta una gran masa (cf. Mt 13, 33), y como la buena semilla que crece en medio de la cizaña (cf. Mt 13, 24-30), y siem- pre puede sorprendernos gratamente. Ahí está, viene otra vez, lucha por florecer de nuevo. La resurrección de Cristo provoca por todas partes gérmenes de ese mundo nuevo; y aunque se los corte, vuelven a surgir, porque la resurrección del Señor ya ha penetrado la trama oculta de esta historia, porque Jesús no ha resucitado en vano. ¡No nos quedemos al margen de esa marcha de la esperanza viva!» (Evangelii Gaudium, 278)
V/ Oremos: Sagrado Corazón de Jesús, tú nos amas profundamente y conoces hasta el último rincón de nuestro interior. Transforma nuestro corazón para tener tus mismos sentimientos, tu mismo modo de escuchar, de ver y de hablar. Purifícanos por dentro en las llamas vivas de tu Amor para así poder hacerte presente en este aquí y ahora de nuestras vidas.
R/ Amén
V/ Sagrado Corazón de Jesús
R/ haz mi corazón semejante al tuyo.