Tras once años ininterrumpidos de apoyo al Gobierno general del Regnum Christi, Francisco Gámez nos comparte su experiencia

Francisco es venezolano, abogado de profesión, casado y padre de cuatro hijos. Miembro del ECYD y del Regnum Christi desde muy joven. En esta entrevista nos relata lo que ha significado este viaje de once años, desde el desconcierto, la desconfianza y el dolor ante la doble vida del fundador, el esfuerzo por encontrar una configuración canónica que agrupara a las cuatro vocaciones, pasando por el discernimiento del papel del laico, y el reto de poner a funcionar la nueva estructura, hasta llegar a esta primera Convención General y ver cómo el barco del Regnum Christi «abría sus nuevas velas luego de la tormenta y se ponía a disposición de su capitán para navegar hacia donde Él indicara, con los vientos que Él dispusiera».

El Regnum Christi tiene la responsabilidad de contar su historia. Debemos ser testigos visibles y humildes de la misericordia de Dios y de cómo, en comunión y bajo la guía de la Iglesia, es posible experimentar la gracia de Dios que hace nuevas todas las cosas».

Desde aquella reunión de los laicos con el Delegado Pontificio en 2013, tú has estado acompañando el proceso de renovación del Regnum Christi colaborando con el Gobierno general. Háblanos del camino recorrido y de lo que has vivido como laico.

Como sabemos, a partir de 2009, el Regnum Christi atravesó una profunda crisis institucional cuando se descubrió la doble vida del fundador. Esa crisis implicó la intervención de la Legión por parte de la Santa Sede. Entre el 2010 y el 2013, el Delegado Pontificio fue descubriendo la realidad global del Regnum Christi y orientó sus destinos.

Mi participación comienza en 2013 y desde ahí pasaron once años ininterrumpidos llenos de muchas vivencias. Este período que me tocó vivir lo dividiría en tres etapas. La primera, 2013-2014, en la que participé en la reunión de los 38 laicos con el Delegado y luego en reuniones posteriores como miembro de la comisión electa de cuatro laicos, y también como invitado a la Asamblea General de los Laicos Consagrados y al Capítulo General de la Legión. Esta primera etapa diría que fue de conocimiento. Durante esos meses, pude vivir el dolor de la incertidumbre, de la ausencia de referencias y de la desconfianza. Pero a la vez, experimenté la fortaleza de la mano de Dios que te sostiene mientras caminas por cañadas oscuras. El barco llamado Regnum Christi atravesaba tormentas, tenía averías serias en su estructura, la tripulación estaba desconcertada, algunos se bajaban de él y otros desconfiaban los unos de los otros.

La segunda etapa, 2014-2019, fue en la que participé como el único laico que formaba parte del Comité Directivo General. El encargo al Comité Directivo era doble: gobernar el Regnum Christi y a la vez encontrar una configuración canónica que agrupara a las cuatro vocaciones que lo conforman, pasando previamente por diseñar y ejecutar un proceso de discernimiento para que los laicos pudieran definir su identidad propia y su misión en el Regnum Christi. Así que, mientras se gestionaba el gobierno ordinario, de 2014 a 2016 se trabajó en la identidad de los laicos, y a partir de ahí, en la configuración canónica del Regnum Christi que concluye en 2019. Fue un proceso muy arduo, complejo y lleno de retos, pero a la vez, vivido con Dios y su Iglesia, pudimos sentir su auxilio y su misericordia. En esta etapa, el proceso de discernimiento del Regnum Christi contó con la participación de más de 10.000 laicos de todas partes del mundo. El barco, mientras navegaba, muy cerca de la costa, debía ser reparado y reconfigurado, la tripulación debía acordar nuevos modos de trabajo participativo, reconstruir la confianza mutua, y generar nuevas sinergias y nuevos entusiasmos.

Finalmente, está la tercera etapa, 2019-2024, en la que fui uno de los dos laicos que asistió al Colegio Directivo General. En este período, donde nos acompañó la pandemia por un tiempo, teníamos el encargo de gobernar y a la vez hacer vida el Estatuto General, el Reglamento General y el Reglamento de Fieles Asociados, creando los órganos de gobierno, las reglas secundarias de funcionamiento, la administración; configurar y vivir el modelo y el estilo de un gobierno colegiado. Aquí, el barco instalaba y estrenaba nuevas velas, la tripulación ponía a prueba nuevas formas de trabajar para navegar mejor, y estaba preparándose para escuchar el rumbo que Dios le tenía reservado.

Doy gracias a Dios por haberme dado la oportunidad de vivir estas tres etapas desde una posición relevante, porque me llevo mucho más de lo que he dado. Desde ahí he adquirido nuevas habilidades profesionales, he cultivado amistades profundas, he crecido humana y espiritualmente.

¿Cuál crees que es el mayor logro alcanzado hasta ahora en este proceso?

Es prematuro percibir en toda su dimensión cómo Dios nos ha acompañado en estos tiempos. En unos años, tal vez junto a la próxima generación, seremos capaces de evaluar lo vivido con mayor serenidad y perspectiva. La realidad es que hoy queremos ser un Regnum Christi en salida, que piensa en cómo amar más y evangelizar mejor al mundo. Por eso, creo que llegar a la Convención General para discernir las prioridades apostólicas del sexenio 2024-2030 es el mayor logro que hemos alcanzado en esta etapa. Y lo más bonito e importante es que ese discernimiento común, ha sido experimentado por las cuatro vocaciones juntas, escuchándonos, en comunión, y en el orden y las formas que nos hemos dado. Este barco permanecería seguro anclado en el puerto, pero está hecho para navegar, para desplegar sus velas y tomar el rumbo que Dios nos marca. Y en eso está ahora.

¿Qué ha sido lo más difícil? ¿Cuáles son los mayores retos del Regnum Christi?

Para mí, como laico, el reto más difícil ha sido decir con palabras y demostrar con hechos, en cada momento y circunstancia, que la participación de los laicos en el discernimiento, gobierno y dirección del Regnum Christi es un bien que debíamos crear, cuidar y potenciar. Y no solo con palabras y hechos, sino también con el compromiso y la vivencia en comunión de un carisma común con las otras tres vocaciones.

En general, diría que el reto mayor del Regnum Christi será vivir a plenitud una cultura vocacional en la que todos atesoremos la vocación de todos, vivamos y admiremos lo que cada uno de nosotros está llamado a ser, y desde ahí, dar espacio a Dios para que nos regale matrimonios sólidos, hombres y mujeres de Reino, jóvenes entusiastas, niños alegres, que serán la semilla de los nuevos legionarios, consagradas, laicos consagrados y laicos del Regnum Christi del futuro.

Por último, también he sido testigo del empeño por la verdad y la reconciliación. La historia del Regnum Christi tiene luces y sombras. He sentido el dolor y la vergüenza del escándalo y el daño causado a víctimas de abusos. A la vez, he sentido el valor de la humildad y el perdón. Esto nos ha marcado humana e institucionalmente a todos. Queda trabajo por hacer, y es un reto continuar decididamente en este delicado camino, pero me consta la voluntad indeclinable de los directores generales por seguir recorriendo esta ruta de justicia y sanación.

¿Cómo viviste la I Convención general ordinaria del RC?

La viví de forma muy distinta a la convención que aprobó el Estatuto General de la Federación y el Reglamento de Fieles Asociados. Esta primera convención de corte apostólico, de discernimiento, fue para mí como presenciar un milagro. Me sentía parte, testigo y receptor de un milagro muy grande. Muchas veces, en las reuniones plenarias de la Convención, me quedaba absorto, distraído, viendo el inmenso regalo que recibíamos de Dios luego de las duras batallas espirituales y humanas que atravesamos para llegar a este punto. El barco abría sus nuevas velas luego de la tormenta y se ponía a disposición de su capitán para navegar hacia donde Él indicara, con los vientos que Él dispusiera. Por eso Dios ha sido grande con nosotros, y el regalo del Regnum Christi es un tesoro que debemos amar y cuidar con inmensa gratitud y humildad.

Mirando hacia atrás y hacia adelante ¿Cómo ves el papel del laico del RC?, ¿ha cambiado algo?, ¿cómo lo sueñas?

Como comenté antes, en el proceso local y territorial que nos llevó a la convención que constituyó la Federación participaron más de 10.000 laicos. En esta primera Convención General de 2024 participaron más de 15.000. En estos once años de recorrido personal, he visto un fortalecimiento de la conciencia de los laicos del Regnum Christi en su corresponsabilidad y vivencia de su propia vocación. Queda todavía mucho por recorrer. Es tarea pendiente conseguir unos ajustes canónicos que permitan a los laicos participar con voto deliberativo junto a las vocaciones consagradas. También debemos seguir profundizando en la formación de la vocación laical y fortalecer su papel en la dirección, iniciativas y gestión de la vida del Regnum Christi a todos los niveles. Sin embargo, estoy convencido de que se han sentado las bases suficientes para vivir juntos el don del Regnum Christi de forma adecuada.

¿Qué esperas del Regnum Christi en los próximos seis años?

Espero un Regnum Christi que luche y pida mucho a Dios el no caer en las tres tentaciones de las que habla el comunicado de la Convención: la actitud de aislamiento, la nostalgia por el pasado y el acomodo a los criterios dominantes del mundo. Y por otro lado, quisiera ver al Regnum Christi dando los cuatro giros que la Convención nos ha pedido: vivir en el mundo desde una esperanza anclada en Cristo; sostener un carisma común entre las cuatro vocaciones y en comunión; pasar de una pastoral para los de casa a una pastoral para las periferias, para los de cruces de caminos; y, soltar un poco el énfasis en manuales y procesos para dar espacio y libertad al discernimiento y la adaptación, sin dejar de ser lo que somos.

A ti te ha tocado ver muy de cerca el papel que ha jugado la Iglesia en este camino de renovación del Regnum Christi, ¿qué nos puedes decir de esto?, ¿qué le quieres decir a la Iglesia?

A la Iglesia le doy las gracias, así, de corazón y simplemente. Al papa Benedicto XVI (q.e.p.d.) y al papa Francisco, al Delegado Pontificio Card. De Paolis (q.e.p.d.) y al Card. Ghirlanda. Ellos confiaron y confían en la naturaleza sobrenatural de nuestro carisma y de la familia espiritual que somos. Ellos reconocieron la belleza en medio de tantas dudas. Ellos nos acompañaron con firmeza pero con ternura, y nos hicieron ver un camino que estábamos imposibilitados de ver por nosotros mismos. El Regnum Christi les debe mucho y solo me queda el agradecimiento.

El Regnum Christi tiene la responsabilidad de contar su historia. Debemos ser testigos visibles y humildes de la misericordia de Dios y de cómo, en comunión y bajo la guía de la Iglesia, es posible experimentar la gracia de Dios que hace nuevas todas las cosas. Mientras más fieles seamos a lo que estamos llamados a ser, mejor serviremos y retribuiremos a la Iglesia lo que ha hecho por nosotros.

Ahora que ya no vas a estar apoyando directamente al Gobierno general, ¿vas a seguir colaborando de algún modo con el Regnum Christi?

Estas responsabilidades en el Regnum Christi son un servicio que requiere compaginar bien la vida familiar y laboral. Ahora, siento que necesito descansar y asimilar todo lo vivido. Hemos regresado a Venezuela luego de diez años viviendo en Canadá y mi familia y mi trabajo también requieren de mí mucho tiempo y dedicación. Me parece que Dios me llama a dedicarme un poco al acompañamiento, tal vez como formador de formadores de jóvenes y adultos, tal vez como director espiritual. Pero ya veremos. Los planes de Dios no se conocen a plenitud desde el comienzo sino que los revela de a poco. Quiero ir descubriendo su Voluntad muy de la mano de mi familia, que tantos y tantos sacrificios ha hecho, sobre todo mi esposa María Luisa, para permitirme servir al Regnum Christi en estos últimos once años.

Comparte la web del Regnum Christi: